ANÁLISIS POLÍTICO

Seducidos por la reelección

CUATRO DE LOS SIETE PRESIDENTES DEL PAÍS DESDE 1963 HAN OPTADO POR REPETIR EN ESA POSICIÓN

Para que la cosa mejore, el gobierno no tiene que hacer más. Lo que debe hacer, en efecto, es menos.

Para que la cosa mejore, el gobierno no tiene que hacer más. Lo que debe hacer, en efecto, es menos.ARCHIVO/LD

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Juan Eduardo ThomasSanto Domingo

Es probable que existan más, pero uno de los elementos en común, y hasta llamativos, de cuatro de los siete presidentes que ha tenido República Dominicana tras la caída de la dictadura, es la reelección al cargo. 

O, más exactos, las intenciones de repostularse. Podría agregarse, a tres de esos cuatro, que en ocasiones expresaron sus simpatías con la limitación de sus mandatos a solo cuatro años, o a ocho años, como elogio al sistema de elección norteamericana. 

Joaquín Balaguer con su Constitución de 1966; Hipólito Mejía con la modificación para establecer la reelección en 2002; Leonel Fernández, repostulado al cargo en 2008 y quien propició la reforma de 2010 que le rehabilitó para postularse en lo adelante; y el actual presidente Danilo Medina, con un proceso de reforma en marcha, aunque sin expresarse en público de sus intenciones de presentarse otra vez a la presidencia del país, son los cuatro hombres seducidos por la reelección desde el establecimiento de la democracia 1962. Juan Bosch, 1962; Antonio Guzmán Fernández, 1978, y Salvador Jorge Blanco, 1982, no presentaron intenciones formales de repostularse al cargo, y completan ellos el listado de los siete presidentes que ha tenido la República desde 1962, cuando cayó la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. 

La reelección presidencial, vista por el historiador y politólogo José Antinoe Fiallo Billini, es una tradición de la práctica política conservadora del país. 

De esa concepción de que quien encabeza el gobierno, el Presidente, es quien concentra mayores recursos para poder decidir en el terreno político. “El oportunismo político es la filosofía básica de los principales partidos”, asegura. 

Tener este tema en debate, luego de cinco décadas de democracia, demuestra que la reelección presidencial ha sido un punto de discordia constante en el liderazgo político dominicano, opina Daniel Pou, también politólogo. 

Esa discordia del liderazgo de la que habla Pou se explica en la historia, con las modificaciones constitucionales que ha vivido la República. Tras el ajusticiamiento de Rafael Trujillo Molina, el dictador que desde 1930 a 1961 dirigió bajo dictadura al país, se produjo una modificación constitucional. La más avanzada que ha vivido el país, según el consenso de historiadores y políticos. 

Esa Constitución de 1963, impulsada por el profesor Juan Bosch, prohibió la repostulación del presidente al cargo de por vida, al igual que a la vicepresidencia. El golpe de Estado que sufrió su gobierno, y los acontecimientos posteriores de guerra civil e intervención norteamericana, permitieron que Joaquín Balaguer, en 1966, ya electo Presidente del país impusiera una carta sustantiva que permitía la reelección del Presidente de turno, de forma indefinida. 

Bajo esa Constitución, y en la práctica, a la manera en la que ejerció el poder, Balaguer fue a dos reelecciones consecutivas para construir el momento histórico denominado como “Los Doce Años”, de 1966 hasta 1978. 

Experiencias del PRD y PLD

Con Antonio Guzmán Fernández comenzaron los ocho años del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), completados por Salvador Jorge Blanco, marcados en esencia por luchas internas de las facciones que hacían vida al interior de la organización política. 

“Hubo luchas internas de facciones, luchas internas que trajeron como consecuencia la creación de una situación de debilidad subjetiva en el presidente Guzmán que terminó en su suicidio”, recuerda el historiador Billini. 

Así se mantuvo permitida la reelección presidencial hasta 1994 cuando, en medio de una crisis política por la nueva elección presidencial de Balaguer, se decidió prohibir la repostulación consecutiva y acortar el mandato del líder reformista a dos años. 

Con Hipólito Mejía en 2002, electo presidente por el histórico antirreeleccionista PRD, se reinstituye la postulación presidencial seguida, que benefició a fin de cuentas a Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Mejía perdió la elección de 2004 y Fernández aprovechó la modificación de 2002 para presentarse nueva vez en 2008. 

“Hay una idea de que la política es práctica en el sentido oportunista de la acción. Y entonces no hay garantías de nada porque el sistema de partidos y el liderazgo se fundamentan en eso”, resume el profesor Antinoe. 

Con 2009 llegó al acuerdo de “Las Corbatas Azules”, firmado por Miguel Vargas, pasado candidato presidencial del PRD y Leonel Fernández, entonces Presidente del país. La rúbrica de ambos sacó del tranque el proyecto de reforma constitucional auspiciado por el PLD, que planteó un modelo de elección que permitía presentarse nueva vez al poder tras un descanso de un período. 

Así obtuvo Fernández la posibilidad de volver a postularse para 2016, y del otro lado, Hipólito Mejía, la ocasión de presentarse en 2012 por el PRD, cuando en un momento se pensó que la firma del pacto de las corbatas señalaba a Vargas como candidato presidencial. 

Ahora, a casi un año de las elecciones, se gesta otro movimiento por una nueva reforma a la carta magna. Con posiciones desfavorables incluso desde el mismo partido que la propone y que, de lograrse, le daría a Danilo Medina la oportunidad de correr una vez más por la Presidencia de la República. Al final, para Fiallo Billini queda una lección: “La concepción de que se hace lo que convenga en un momento determinado”. 

Pou lo ve desde que cuatro años para un gobierno es poco, y que a los presidentes se les va el primer año y medio plantando las políticas que normarán su gobierno y en resolución de lo encontrado.