La República

RETRATOS

Josefina Padilla Viuda en el teatro y en las tablas de Trujillo

Josefina Padilla Deschamps tiene el rostro cansado de tanto esperar que pasen los años. Su mirada se pierde en el tiempo de las luchas políticas revolucionarias, brillan sus ojos todavía porque cree en la gente, aunque su voz la deja con frecuencia a mitad de camino cuando cuenta su historia. Pero su espíritu es incansable y siente que puede llevar un mensaje de fortaleza a la juventud de hoy que lucha por reivindicaciones sociales y enfrenta a los gobiernos democráticos cuando percibe que no están jugando su rol claramente. Es la viuda de Rafael Augusto Sánchez Sanlley, señalado por el régimen de Trujillo como el hombre que junto a Segundo Imbert Barrera planeaban el asesinato del “Jefe” desde la cárcel La Victoria y quien fue muerto dos días después del ajusticiamiento del tirano, el 30 de mayo de 1961. Su respiración es tan profunda y forzoza cuando tiene que referirse al crimen de su esposo, ejecutado justo cuando creía que lo tendría de nuevo en su casa devolviéndole la alegría que le había quitado a sus hijos al participar en gestas contra la dictadura de entonces. Sin embargo, su angustia desaparece cuando cita a su árbol genealógico partiendo del ilustre orador, escritor y político Eugenio Deschamps como tronco familiar, quien tuvo gran arraigo popular por su recia oposición al dictador Ulises Hereaux (Lilís) (1882-1899), llegando a ser vicepresidente en 1903. Sonríe cuando recuerda su papel de actriz principal de una obra subversiva: “La Viuda de Padilla”, que revelaba los atropellos de la oligarquía española contra los moros y que molestó bastante a la primera dama, esposa del gobernante tirano Rafael Leonidas Trujillo, doña María Martínez. Es feliz al recrear la escena. Tenía 19 años, la belleza norteña, un poco de gracia en su cuerpo para moverse de un lado al otro en un escenario de teatro y la cabeza bien puesta para interpretar el personaje asignado. Vuelve a caer en el vacío cuando relata que en esa obra conoció a quien más tarde sería su esposo y quien, delante de ese telón, hacía el papel de su protector por encargo del hombre que la habría dejado viuda en el guión que marcaría su destino para siempre. Justamente se quedó viuda muy joven y lo ha tenido de guía durante toda su vida. Actriz y activista política. ¿Cuéntenos su vida?Yo entré a la Universidad de Santo Domingo en el 1943. En el 1944 era la celebración del centenario de la República y el gobierno dispuso que todas las dependencias del Estado realizaran actividades para conmemorar el acontecimiento, por lo que la USD presentó una obra de teatro sobre las luchas de la Independencia Nacional, titulada: “La Viuda de Padilla”, del español Francisco Martínez de la Rosa, la misma que usaban los Trinitarios para mantener el espíritu nacionalista. Me escogieron para hacer el papel principal. Pero, ¿Qué tiene que ver el teatro con la política?Mucho. A través del teatro, en aquella época, y todavía, se expresan sentimientos y se fijan posiciones frente a un gobierno, un régimen dictatorial o por el estilo y la gente comprende todo perfectamente. Esa obra fue mi punto de partida en la política y en toda mi vida. Ahí conocí a mi esposo y a quien el régimen se llevó convirtiéndome, en la realidad, en el mismno personaje que hice en la obra “La Viuda de Padilla”. Él hacía el papel de mi protector en la obra y así he sentido que lo ha sido porque he podido sobrevivir y estoy aquí, a mis 88 años. ¿Entonces usted ha sido viuda dos veces?Julio del Moral, un exiliado revolucionario, fue quien dirigió la obra, aunque se sintió perseguido y se fue a México. La obra no la pudieron reproducir porque estaba cargada de denuncias e incitación a la lucha democrática. Yo.... sí, fui viuda dos veces y por la misma causa. ¿Cómo se inicia en la política?Fui miembro del Movimiento Juventud Democrática (1946-47) porque tenía conciencia de lo que estaba pasando en mi país y quería contribuir con la causa, que era concienciar a la juventud de que no se podía quedar de brazos cruzados ante un gobierno déspota. Primero participé de forma clandestina y luego, cuando se produce la Segunda Guerra Mundial y a nivel internacional se estaban fomentando los albores de la democracia, públicamente. Yo saqué la cabeza porque Trujillo permitió que surgieran grupos independientes. ¿Permitió Trujillo realmente que existieran opositores a su régimen?No, jamás. Él quiso participar en la onda libertaria mundial que se estaba produciendo en ese momento, pero con su intención malsana de ver quiénes estaban en su contra y con cuántas gentes se tendría que enfrentar. Parece que pensaba que no eran tantos los que él llamaba sus “enemigos” y cuando se dio cuenta de la composición de múltiples células por doquier, que ni siquiera se conocían entre sí ni sabían de sus planes particulares, se puso furioso e ideó el plan para acabar con todos. ¿Y a usted cómo le afectó esto?Mi casa era un comando cuando las luchas eran clandestinas, aunque no creas que duró mucho la existencia del Movimiento Juventud Democrática en el aire. Sólo un año y en ese tiempo yo viajé a Chile por el Partido Demócrata Cristiano y algunos compañeros a Venezuela. Recuerdo que en un congreso en Chile di un discurso muy elocuente y me escogieron para dirigir la organización de la mujer demócrata cristiana, de donde resulté la vicepresidenta del movimiento y una chilena la presidenta. Como vez, fui bien identificada por Trujillo y ya estaba señalada como “opositora al régimen”. ¿Qué representó ser opositora?¡Oh...! Cuando me identificaron como antitrujillista me prohibieron continuar mis estudios de medicina en la universidad y no me dejaban practicar en los hospitales. Después de la Guerra Mundial logré graduarme de médico y trabajaba en el hospital Padre Billini, pero dando clases en un colegio de niñas fui expulsada porque los padres no querían que sus hijas fueran educadas por una “comunista”. Yo no era comunista, era social demócrata, pero a todos nos metían en el mismo saco. ¿Y qué significó ser la esposa de Sánchez Sanlley?Cuando el régimen se dio cuenta de que mi esposo participaba en las luchas en su contra lo apresaron, lo torturaron y después lo mataron. Mientras él estuvo preso no me dejaban trabajar; o sea, ellos querían que me muriera de inanición y ya yo tenía a mis hijos, eran ocho. El Teatro me dijo lo que iba a pasar y Trujillo hizo su obra. ¿Qué pasó después?Nada. Seguir viviendo. Primero fui miembro de la Unión Cívica. Luego, cuando se formó el Partido Revolucionario Social Cristiano -Verde- (1961) me invitaron a formar parte y me integré a trabajar en honor a mi esposo para continuar su proyecto de ilusión nacionalista, en lo que él soñaba. Cuando vino la juventud que estaba en el exilio, Guido de Alessandro y otros compañeros me presentaron las bases e ideología del partido y ahí estuve luchando hasta que el año siguiente vienen las elecciones y se decidió que yo participara como candidata a la vicepresidencia. No ganamos, pero fue una excelente experiencia. ¿Hasta cuándo estuvo en la política?Estuve hasta que los partidos sociales, demócratas, comenzaron a hacer cosas que estaban fuera de los principios democráticos. Me refiero a las luchas de poder y a querer alcanzar el poder con fines de figureo, falsos liderazgos y artimañas políticas Por esa razón me disgusté y no quise seguir. Renuncié en el 1967.

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