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LA CIUDAD Y SUS ESPACIOS

Barrios pobres tienen menos espacio público

LA CONSTRUCCIÓN DE LA VÍA ECOLÓGICA PRETENDE RECUPERAR ESPACIO PÚBLICO A ORILLAS DEL RÍO OZAMA

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Yaniris Lópezyaniris.lopez@listindiario.com
Santo Domingo

Los barrios más pobres al norte del Distrito Nacional apenas disponen de espacios públicos para que sus habitantes puedan recrearse. 

El Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN) tiene identificados 23 espacios de uso público, los que son insuficientes debido a la densidad poblacional que hay en esa zona capitalina. 

La circunscripción número 3, a la que pertenecen los barrios de la zona norte de la capital como La Ciénaga, Simón Bolívar, Güaley, Villa Juana y Capotillo, es la más pequeña (14.78 kilómetros cuadrados), pero la más densamente poblada de todas (392,663 habitantes). 

Y esa es la ecuación que no le cuadra a Román Batista, director ejecutivo de la fundación Ciudad Alternativa, con sede en el ensanche Luperón. 

El Distrito Nacional está dividido en tres circunscripciones. La número 1, a la que pertenecen sectores como la Ciudad Colonial, Gazcue, Los Prados, la Ciudad Universitaria y el Mirador Sur, tiene en sus 46.49 kilómetros cuadrados unos 261 espacios públicos (4 millones 163 mil 411 metros cuadrados) y una población aproximada de 246,882 habitantes. 

La circunscripción número 2, que tiene entre sus límites los sectores de Arroyo Hondo, Los Ríos y el ensanche la Fe, el Jardín Botánico y el Zoológico Nacional, dispone de 45 espacios públicos (3 millones 196 mil 011 metros cuadrados) en 43.16 kilómetros cuadrados, más una población de 205,116 habitantes. 

“La circunscripción 3 casi duplica por separado a las demás, y sin embargo la presencia de espacio público para el encuentro, el intercambio y las acciones lúdicas son muy limitadas, son casi inexistentes. 

Son 25 espacios pero muy precarios y muy limitados. Lo más que encuentras, y lo dice el mismo estudio del ADN, está referido a la cabecera del puente de La 17 que tiene unas plazas que, de hecho, con los monumentos que hicieron la redujeron mucho”, dijo Batista a LISTÍN DIARIO. 

Precisamente en la circunscripción número 3 es donde la fundación ha concentrado sus trabajos desde 1989, proyectada inicialmente a la defensa de las familias que estaban siendo desalojadas para dar paso a proyectos de urbanización. 

“Entre las preocupaciones que siempre planteamos está el tema de que el ADN, ni en esta gestión ni en la otra prioriza la inversión en desarrollo urbano y la construcción de espacio público en la circunscripción número 3, la más pobre y excluida”. 

Esto sin contar, sigue Batista, en la precariedad en los servicios básicos que amenaza la calidad de vida de los barrios cercanos al río Ozama. 

Para el comunicador social no hay ciudad sin espacio público. 

“El espacio público le da sentido de pertenencia a las personas, da sentido de colectividad y contribuye a consolidar lazos de presencia y de participación ciudadana”, explica. 

De los dos parques canquiñas construidos por el ADN en la circunscripción, Batista señala que el de la Josefa Brea es inapropiado por el alto flujo de vehículos que se registra en el área. 

“Aunque tiene malla, no es el lugar más apropiado para la concentración de niños como espacio de recreación”, señala. 

UN ORGULLO DEL ADN 

Las declaraciones de Batista contrastan con las de la institución que gobierna y planifica la ciudad porque uno de los grandes logros que se adjudica el ADN ha sido el rescate de la avenida Francisco del Rosario Sánchez, donde funciona el mercadito de Los Guandules. 

En el lugar donde la basura y los desechos competían con los productos que se vendían, el ADN levantó casetas de madera y tejas y rescató la isleta del centro ahora arborizada con gri-gri. 

“Esa zona estaba arrabalizada, era un basurero; los productos se vendían en el suelo. Ha cambiado totalmente la calidad de vida y hasta del disfrute de las personas del entorno. Ya no sientes el mal olor porque recogemos la basura en varios turnos al día debido a la cantidad de desechos”, dice la encargada de la Dirección de Defensoría y Uso de Espacios Públicos del ADN, Rosa García Zaiter. 

Y es cierto. Natalie Suero, que desde hace una semana vende pollos en una de las casetas, dice que no lo hubiera hecho de existir las condiciones de antes. 

En cambio, Ana Henríquez, que lleva 30 años vendiendo en el mercadito, dice que las casetas son incómodas, que apenas se pueden mover en el diminuto espacio que les asignaron, que el sol los acribilla y se mojan cuando llueve porque está prohibido colocar lonas. 

“Ahora está más limpio y es más seguro, es verdad, pero se hace menos dinero”, se queja Ana. 

El ADN es drástico con las normas. El pasado 26 de mayo, todos los inquilinos (que pagan 10 pesos diarios por el uso de la caseta) recibieron un aviso del Ayuntamiento en el que se les comunicaba que debido a que muchos dueños de mesas están “arrabalizando toda su área”, se realizarán operaciones permanentes de limpieza y la policía municipal y la administración procederán a llevarse los “objetos” prohibidos en mesas y aceras como sacos de arroz, huacales, triciclos, lonas, sombrillas, latas nuevas y viejas y carros mal parqueados. 

VÍA ECOLÓGICA Y LA RECOGIDA DE BASURA

Uno de los proyectos que cambiará el rostro urbano de la zona norte del Distrito Nacional es la construcción de la Vía Ecológica, que ejecuta la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) en la margen occidental del río Ozama. 

Aunque se espera que la recuperación de la ribera sea para uso público, Román Batista denuncia la forma como se está desalojando a las familias que viven a orillas del Ozama. 

“Los están expulsando de su espacio sin tener una propuesta movilizadora o de reubicación en lugar seguro”, comenta. 

“La Opret no tiene un levantamiento del número de familias y personas que van a ser afectadas con el movimiento. Ahora hay conflictos porque están comprándoles casitas y la gente no la quiere vender”, indica Batista. 

COMPRAR BASURA 

Como parte del programa de saneamiento de los ríos Ozama e Isabela, el ADN llegó a un acuerdo de recogida de basura con los barrios ubicados a orillas de los ríos a los que, debido a lo accidentado del terreno, los camiones del ADN no pueden entrar a recoger los desperdicios. 

Los munícipes echan la basura en fundas, la trasportan en camioncitos, la pesan y el Ayuntamiento les paga por tonelada, informa García Zaiter. 

“Les estamos comprando la basura para que no la tiren al río. Se está haciendo un trabajo continuo y se nota en la parte ambiental y de la salud”, dice.