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Una vida entre el derecho y el hogar

EN 35 AÑOS DE MATRIMONIO HA PROCREADO TRES HIJOS, DOS DE LOS CUALES SIGUIERON SUS PASOS; LA OTRA SE DECIDIÓ POR LA MEDICINA

Santo Domingo.- Lejos tenía en su mente Jorge Subero Isa que sería presidente de la Suprema Corte de Justicia cuando andaba tirándole piedras a los policías y quemando gomas en las calles de San José de Ocoa en aquellos años de la lucha estudiantil, a principios de la década de 1960. A los 39 años de graduado de abogado --cumplidos ahora, el 25 de marzo-- Jorge rememora aquellos tiempos de juventud con mucha nostalgia. Era la época de la “destrujillización” que marcaron los meses siguientes a la muerte de Trujillo, el 30 de mayo del 61. La tiranía se resistía a caer definitivamente, y no sólo en la capital sino también en los pueblos la juventud rebelde luchaba contra esa remanencia. San José de Ocoa, el pueblo de Jorge, no era la excepción. Subero Isa cursaba los primeros años del bachillerato en el liceo público José Núñez de Cáceres en esos tiempos de crispación estudiantil. Ese período para los estudiantes de secundaria fue aún mucho más convulso porque apenas dos años después se dio el golpe de Estado contra el gobierno del profesor Bosch. Fue tan convulso aquel período de cuatro años, que el país pasó de un gobierno constitucional --el primero en más de 30 años-- a una revuelta armada que concluyó con la ocupación militar estadounidense de 1965. Ese fue el tiempo que le correspondió hacer los estudios secundarios a Subero Isa. Junto a muchos de sus compañeros de la secundaria Subero Isa protestó en las calles de su pueblo por la represión de entonces a la juventud dominicana. Tuvo que correr por techos, patios y callejones con los policías antimotines detrás, pisándole los talones. Llegó a la capital en una época igualmente muy difícil. Era el año 1964 y el Triunvirato que encabezaba Donald Read estaba haciendo agua. La conspiración en el cuartel no le daba tregua al gobierno de facto. La Universidad Autónoma de Santo Domingo, que era la única que existía en el país, era el principal centro de agitación. Subero Isa llegó al mismo tiempo en que lo hacían algunos de sus mejores amigos y compañeros de Ocoa, entre ellos Virgilio Nelson Soto, Bienvenido Melo, Alberto Soto, Vinicio Subero, Miguel Pimentel, Miguel González, Francis Melo, Estuardo y Manuel Pujols y otros con quienes aún mantiene contacto y acercamiento. Siendo estudiante de Derecho, la dirigente izquierdista Enma Tavárez Justo - hermana del mártir revolucionario Manuel Aurelio Tavárez Justo-- lo contactó para que representara a su promoción de estudiantes ante el grupo Fragua, el de mayor incidencia en el estudiantado en aquella época de mitad de la década del 60. Desde que ingresó a la UASD hasta que se graduó en 1970, Subero Isa vivió una de las etapas de mayor intensidad y agitación estudiantil. Como el campus estaba protegido por un fuero universitario, con frecuencia era refugio de muchos perseguidos políticos y lideres de la izquierda revolucionaria que se protegían de la persecución policial. Por eso son innumerables las veces en que la Policía ocupó la universidad e interrumpió la docencia con cercos que a veces se prolongaban por semanas. Aquí en la capital Subero vivía en la calle Hostos número 17, en casa de una tía materna que le dio albergue mientras estudiaba en la UASD. Esa era en aquella época una zona igualmente convulsa, por lo que Subero en muchas ocasiones se vio participando en movilizaciones estudiantiles, a veces hasta sin proponérselo. En esos tiempos convulsos conoció Jorge a Francia, una íntima amiga de su hermana, con quien casó en 1974, hace 35 años. Del matrimonio nacieron tres hijos, dos mujeres y un varón: Fanny Emilia, Roselli y Jorge Antonio. La primera es abogada, al igual que el varón. La primera se dedica a una actividad conexa al turismo, al igual que Jorge Antonio, que trabaja para el grupo Cap Cana. Roselli es doctora en Medicina y vive en Venezuela. Los dos hijos de Jorge Subero que estudiaron lo mismo que su padre tienen que esperar que él concluya su misión como presidente de la Suprema para poder ejercer su carrera de abogados. Podrá lucir injusto, y algunos dirán que es una mojigatería, pero el doctor Subero Isa considera que por su cargo actual se siente obligado a sacrificar a sus propios hijos. “Es algo que la familia tiene que asumir con conciencia. Ese es el precio que debemos pagar. Ellos están dedicados a otras actividades y no dejan de ser felices por este sacrificio transitorio. Ya llegará el día en que les corresponderá a ellos asumir responsabilidades en esta profesión”, comentó Subero. El balance final es positivo. Sin duda que la Justicia es otra desde 1997, cuando se inició este proceso de cambios con Jorge Subero Isa a la cabeza. La nueva oleada de cambios, como le llama el propio Subero, deberá consolidar la Judicatura dominicana, algo que deberá ocurrir con la reforma constitucional que se conoce en el Congreso.

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