MIGRACIÓN
Los dominicanos se asientan en el vecino Haití
ENTRE 16,000 Y 20,000 INMIGRANTES DE REPÚBLICA DOMINICANAHAN DECIDIDO INSTALARSE EN PUERTO PRÍNCIPE Y EN OTRAS CIUDADES
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.- La voz de Doris Abraham se escucha por la radio cada sábado al mediodía y aunque no suena como la del común de los locutores haitianos, su programa es seguido casi con devoción y la farándula local se inclina ante su exitosa presencia.
“Esta es la música caliente”, dice Abraham, mientras se contonea al compás de un merengue sentada frente al micrófono que la ha acompañado en el mismo lugar durante los últimos dieciocho años.
En radio Caribe, la principal emisora de Puerto Príncipe, esta dominicana ha hecho lo que la diplomacia no ha podido en dos siglos de historia: A través de “Espacio Latino”, su programa radial, Abraham interactúa en español con ciudadanos haitianos y socava de paso la barrera que separa a República Dominicana y Haití y sus viscerales recelos.
“El trabajo se tiene que hacer desde las bases, comunicando a un haitiano con un dominicano”, resume “La Diva”, como se le conoce en el mundo del espectáculo a esta comunicadora que cruzó por primera vez la frontera en 1987. “Aquí el español era sólo para el dominicano, era una muestra de rechazo pero hemos ido quitando eso poco a poco”, comenta.
Aunque la presencia dominicana en pueblos cercanos a la línea divisoria, inclusive por parentesco, se ha mantenido por años, la llegada de dominicanos a Haití fue en realidad poco habitual hasta la década del setenta cuando se empezaron a asentar aquí los primeros inmigrantes del otro lado de la isla.
Así se mantuvo en la siguiente década cuando el desplazamiento Este-Oeste fue más permanente. Después del fin del embargo en 1994, otros se animaron a instalar negocios o a trabajar en Puerto Príncipe.
Hoy viven en Haití entre 16,000 y 20,000 dominicanos y sus lugares de residencia se encuentran en ciudades más allá de la capital como Cabo Haitiano y Gonaives.
“El flujo actual es mayor, sobre todo después del 2004 y con mayor fuerza desde el 2006, cuando el gobierno de René Préval inició el proceso para lograr la estabilización haitiana, sobre todo de las zonas más convulsas”, explicó a LISTÍN DIARIO el embajador dominicano en este país, José Serulle Ramia.
Ese factor, la inestabilidad política, sumada a la degradación de las condiciones de vida a lo largo del siglo XX impulsó en sentido inverso una migración de ciudadanos haitianos a territorio dominicano que actualmente es difícil de contabilizar, aunque los datos más cercanos cifran el número de ese conglomerado en 800 mil inmigrantes.
A esa masa humana, la mayoría pobre y sin identificación, se suman los casi dos millones de haitianos que empezaron a dejar su país, sobre todo desde 1930 cuando se asentaron primero en Cuba y en República Dominicana.
“Entonces había como una repartición del trabajo regional que usó fuertemente la mano de obra haitiana para hacer caminar la industria azucarera capitalista, eso creó un gran problema porque obligaba a trabajar por un período fijo, sin identidad y encima de todo eso había racismo”, comentó a LISTÍN DIARIO la primera ministra MichËle Pierre Louis a propósito del sensible tema de la migración.
Flujo de inmigrantesEl flujo de inmigrantes a territorio dominicano es evidentemente mayor del que se produce a la inversa, pero la violencia que en algún momento alejó también a los dominicanos de Haití, no espantó a algunos que asumieron el riesgo y decidieron quedarse.
Gloria Pérez Guzmán, una estilista dominicana de Las Matas de Farfán, llegó en 1987 por un fin de semana y no se marchó jamás.
“Nunca fui rechazada”, dice Pérez, que trabajó en varias empresas locales y en una de las misiones de la ONU en Haití antes de poner su salón de belleza en Petion Ville y dar clases de español en escuelas haitianas.
“Se podría decir que las relaciones entre los dos países son buenas, aunque existen fragilidades por casos aislados que ocurren en República Dominicana; en los últimos cuatro años las cosas fueron mejores”, dijo esta maestra y empresaria que también ayudó a fundar la Asociación de Dominicanos Residentes en Haití que preside Miguel Martínez.
“Mi gran orgullo es que la gente hable español”, dijo a LISTÍN DIARIO Doris Abraham, “La Diva”, la locutora que a finales de los ochenta decidió visitar la tierra de sus ancestros paternos y que ahora dirige su propio programa de radio y de televisión y está a punto de editar una revista en el castellano que aprendió en su natal República Dominicana.
Pero la prueba más palpable de integración podría estar en el caso de dos exitosos médicos, Roxana Cabral, de Azua, y Deslouche Domond, de Haití, que se conocieron en Europa en una maestría y decidieron unir sus vidas por el matrimonio.
En la rue Marcelin, en Puerto Príncipe, dieciséis años después de su primer encuentro, la pareja es ahora dueña de un próspero Centro de Diagnóstico Computarizado donde tienen la ventaja de hablar los dos idiomas.
“Fue difícil al comienzo pero me fui adaptando”, afirma la doctora Cabral mientras sonríe y mira a su marido. “Fue una buena decisión”, dice convencida.