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A Balaguer le leyeron cerca de 20 poemas

A Balaguer le fascinaban los sonetos recogidos en el libro “poemario” y Rosa Domínguez, su secretaria personal, empezó por el que siempre le gustaba: “El Caballo”

Miles de personas se han ubicado en el frente de la residencia del doctor Joaquín Balaguer, en la avenida Máximo Gómez, donde se realiza su velatorio.

Miles de personas se han ubicado en el frente de la residencia del doctor Joaquín Balaguer, en la avenida Máximo Gómez, donde se realiza su velatorio.

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Roberto BritoSanto Domingo, R.D.

Rosa Domínguez, su secretaria de muchos años, se acomodó en un sillón justo al lado de la cama donde se encontraba acostado el ex presidente Joaquín Balaguer y comenzó a leerle el poema que más le fascinaba: "Rayo a la vista y al oído trueno, corre como un relámpago en el llano, tiende un manto de espuma en el pantano y va de impulsos como el viento lleno".

Eran poco más de las ocho de la noche del sábado, cuando mandaron a llamar a Rosa para que fuera a la clínica, que el doctor Balaguer quería que le leyeran unos poemas.

Cuando se presentó a la habitación, la número 405, después de saludar al general Luis María Pérez Bello, Aníbal Páez y Rafael Bello Andino, se acercó lentamente al ex gobernante, quien no podía hablar por la traqueotomía que se le practicó, y le tocó suavemente en la mano y preguntó por su salud. El no respondió, se quedó inmóvil. Rosa, que sabía que a Balaguer le fascinaba que le leyeran los sonetos recogidos en el libro "Poemario" comenzó por el que siempre le pedía: "El Caballo"

-Quiere que en las lomas quebrantar el freno, clava la vista en el confín lejano y si le pasan por el crin la mano rompe barreras como el aire el heno.

Balaguer movió las manos y los pies, y siguió escuchando de los labios de su secretaria el conocido soneto:

-En él hay prendas que no son equinas: la larga cola, el elegante cuello, la crin flotante con sus hebras finas.

La mujer, que ayer estaba destrozada frente al cadáver de su ídolo, recuerda los últimos momentos que estuvo con el ex presidente y fundador del Partido Reformista Social Cristiano, a quien durante mucho tiempo le leyó libros, revistas, periódicos y cartas personales.

-En su esbelta figura hay un destello de muchas de las gracias femeninas y, en el reino animal, es el más bello. Después de El Caballo, le leyó La Mula, El Buey, La Carreta, La Bandera de Monción Andrés Navarro y el Renegado, El Perro de Duvergé, Sosa y la Bandera, El Azar en la Vida de Dos Guerreros Dominicanos (Juan Suero y Demetrio Rodríguez).

Cuando escucho la primera estrofa de este último poema Balaguer; movió la vista sin cartel los envolvía los provoca, y tal parece que una suerte local sus pasos en las lides dirigía".

Últimos momentos

Así, con su corazón casi deteniéndose, escuchó más de veinte poemas de su propia cosecha de los labios de una de sus secretarias personales que más tiempo estuvo a su lado. Próximo a las diez de la noche Rosa Domínguez, se despidió de Balaguer, pero sin antes preguntarle: ¿Usted se siente bien? La respuesta fue el silencio, porque no podía hablar, pero hizo un gesto negativo moviendo la cabeza de un lado a otro.

Ella abandonó la clínica convencida de que el expresidente estaba mal, porque así se lo confesó, aunque sea con el gesto, el propio exmandatario.

Todavía no eran las cinco de la mañana cuando recibió la infausta noticia: falleció el doctor Balaguer.