Diez médicos, tres amigos y ocho normas nunca se fueron del lado de Balaguer
Últimos días del doctor: las enfermeras aseguran que Balaguer fue un paciente dócil y manejable, que solo se quejaba de vez en cuando
"Eso no es verdad. No sé a quién se le ocurre pensar que Balaguer estaba muerto desde hace tres días. ¿Quién fue que dijo eso?". El desconcierto lo muestra María del Carmen Reyes, empleada de la Clínica Abreu, quien se encargaba de asear la habitación 405 donde, el ex presidente de la República permaneció los últimos diez días de su vida. "Yo lo vi ayer y estaba vivo" aseguró Reyes.
La habitación del centro asistencial privado 405 es un espacio cálido, pintado de blanco hueso y adornado con cuadros de flores rojas y azules, del tipo coralillo, que constituyen la alegría del lugar: Una pequeña ventana, situada en la parte este de la habitación, la cama ortopedica, una mesita de noche, un armario y un sillon rectangular completan la decoración.
Dos enfermeras del equipo paramédico que atendió personalmente al nonagenario líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) aportaron mayor información.
"Era un paciente dócil, que se quejaba, por supuesto, pero permitió a los médicos hacer todo lo posible por salvarle la vida", comentaron Onelia Reyes y Sandra Garcia. A primeras horas de la mañana de ayer, el dirigente reformista Domingo Gutiérrez aseguró públicamente que la cúpula de la organización colorada había orquestado una falsa para engañar al país sobre el estado de salud del ex mandatario, quien a su juicio llevaba tres días de fallecido.
Sin el sentido de la vista y las capacidades locomotoras limitadas, Balaguer disfrutó pocos placeres en la postrimería de su existencia.
Ni siquiera de política, uno de sus temas predilectos, se hablaba en el lugar donde estaba recluido para recibir atenciones médicas a raíz de las úlceras gastrointestinales que provocaron su internamiento, según narran Onelia Reyes y Sandra García, enfermeras que agotaban turnos de ocho horas en la habitación.
Reducida a proteínas con sabor a chocolate y vainilla, la alimentación también había dejado de ser un placer para él.
Tal vez, la única satisfacción cercana que le acompañó hasta el momento de su muerte fue la fidelidad de Rafael Bello Andino, Aníbal Páez y el general Luis Maria Pérez Bello, quienes se recluyeron con él día y noche hasta la 4:30 de la madrugada de ayer, cuando falleció a causa de un infarto.
Se desconoce si antes de morir, el prolífico estadistadominicano recibió los Santos Óleos, que se imponen a los enfermos terminales, para que obtengan la misericordia espiritual y física del Todopoderoso. Es sabido, sin embargo, que cuando el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez le visitó la semana pasada oró por su bienestar y compartió una agradable conversación en la que ambos sonrieron, reveló la enfermera técnica Garcia, quien lleva diez años de labores en el centro clínico.
Personal de asistencia
Balaguer fue atendido por un grupo de experimentadas enfermeras, especializadas en el cuidado de pacientes graves. Ellas son Oneida Báez, Juana Garabito, Aracelis Núñez, Honoria Lara, Basilia Ozuna y Aurora del Villar,además de Reyes y Ozuna. El personal paramédico de la Clínica Abreu agotaba tres turnos dentro de la habitación. El primero, de siete de la mañana a dos de la tarde, el segundo, de dos de la tarde a nueve de la noche, y el tercero, de nueve de la noche a siete de la mañana. Además, estaban presentes los diez médicos que le atendieron.
"En los primeros días de su internamiento, el doctor Balaguer conversaba normalmente y todo lo que se le iba a hacer, desde el punto de vista médico, se le comunicaba. Después, cuando le hicieron la traqueotomía, no hablaba, pero contestaba a las preguntas que se le hacía con la cabeza o apretando la mano de quien le interpelaba", explicó la enfermera Sandra Garcia.