Memorias de un cortesano “La hora del sepelio”, un relato de Joaquín Balaguer
El libro "Memorias de un Cortesano" de la era de Trujillo recoge su opinión sobre esta tradición
Imagen de archivo LD, 15 de julio 2002. El presidente Mejía cuando salía ayer de la que fuera residencia de Balaguer, en la avenida Máximo Gómez.
El ex presidente Joaquín Balaguer, siguiendo una tradición familiar, decidió que su cadáver fuera expuesto en su propia cama, por varios días, y en la sala de su residencia.
El libro "Memorias de un Cortesano" de la era de Trujillo recoge su opinión sobre esta tradición: "Otro hábito que repugna a mis sentimientos más íntimos, es el que hoy se sigue comúnmente en nuestro país, de enterrar apresuradamente a los muertos. Mi primer choque contra esa realidad, lo sufrí también cuando murió mi padre en forma inesperada.
No sé cómo ni por qué, en aquella hora para mí de honda obnubilación, acudieron a mi casa muchas personas amigas que prácticamente se apoderaron del cadáver, lo vistieron, lo depositaron en el ataúd y dispusieron, casi sin intervención de la familia, que se procediera al sepelio, pocas horas después del fallecimiento.
"Apenas habían pasado siete horas cuando se presentó el carro fúnebre y emprendimos la marcha hacia el cementerio después de las desgarradoras escenas que acompañan siempre esas despedidas. En vano protesté contra esa mala costumbre. Dos de los médicos de la familia, el doctor Alejandro Espaillat Grullón y el doctor Manuel de Jesús Jiménez, unieron sus votos para que el enterramiento se efectuará aquella misma tarde. Se alegó que ése era el rito impuesto por el uso y que no debía prolongarse el pesar de la familia, durante toda una noche inútilmente. Ese uso, impropio de una sociedad cristiana, se ha generalizado en nuestro medio y no son pocas las personas extranjeras a las cuales les resulta chocante"