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Rafa Boba: la Iglesia perdió a un sacerdote y el humor ganó un showman que imita a Danilo Medina y más
Rafa Boba ha sido gondolero en un supermercado, guardia de seguridad, camarógrafo de uno de los programas de Cheddy García y ahora goza de un momento estelar en su carrera humorística
Con el inicio de un nuevo siglo también comenzaba una nueva etapa en la vida del joven veinteañero Rafael Alcides Bobadilla (Rafa Boba). Una carrera como humorista en la televisión se asomaba sin saber que era poseedor de una gracia natural para hacer reír y de un talento extraordinario para la imitación.
Rafa llevaba apenas unos meses viviendo en la capital. Atrás había dejado en San Francisco de Macorís su inclinación por el sacerdocio y sus divertidos años de adolescencia.
En Pimentel (provincia Duarte), en donde nació, vivió junto a su madre hasta los 15 años, toda una infancia llena de sueños, carencias económicas, pero de mucha risa.
A la capital llega detrás de su novia, que se acaba de mudar junto a sus padres en el sector de Herrera.
Rafa Boba, como se le conoce ahora en el medio artístico, llevaba unos años preparando las imitaciones de algunos personajes, entre ellos el inmortal de Mario Moreno “Cantinflas”.
Es con esta imitación que gana el segundo lugar en un concurso de imitaciones que promovió el programa “Gózalo”, de Carlos Alfredo Fatule, en Color Visión.
Recuerda que estuvo haciendo su participación con una naturalidad que impresionaba. “Como si toda la vida hubiera trabajado en la televisión, todo me salió tan natural que Milton Peláez me felicitó”, relata el humorista en visita a LISTÍN DIARIO.
Un momento que le marcó ese día de su primera aparición en la televisión fue encontrarse con Freddy Beras Goico en los pasillos del canal. “Cuando iba al estudio me encontré con Freddy y nos miramos. A mí me impresionó verlo, aunque no me dijo nada, sentí que fue una buena señal”, recuerda.
AÑOS ANTES
“Cuque”, como le decían desde muy chico a Rafael, fue un niño muy inquieto y divertido. Cuenta que las precariedades económicas de su madre nunca le permitieron tener, el Día de Reyes, un buen juguete.
Sin embargo, sus amigos que sí contaron con esa suerte siempre iban a su casa a jugar y a divertirse con sus ocurrencias, ya que también era un buen animador de personajes de dibujos animados.
Al compartir su historia hace hincapié en que aunque fue un niño muy pobre nunca ejerció como limpiabotas o lustrador de zapatos, y no porque este trabajo lo denigra, sino porque ha observado que adjudicarse este oficio cuando era niño es un recurso que muchos usan, generalmente, sin haber sido cierto.
“Y yo fui pobre, pero no limpié zapatos, fui asistente de panadero y de vendedor de auyama, junto a una de mis primas”, aclara.
La vena artística cree haberla heredado de su abuela materna. “Mi abuela era loca y yo salí a ella”, dice con desparpajo y explica: “Loca porque no le daba mente a nada, no se mortificaba por nada y tenía una gracia para asumir la vida, y así soy yo como ella, creo que heredé de ella el buen humor, porque mi papá y mamá son muy serios los dos, incluso tiene la cara dura”.
Cuando el pequeño Rafael tenía unos seis años se encontró con algo que le marcó para siempre. En la parroquia, justo al lado de su casa, se estaba ensayando una obra teatral. A él impresionó como esos señores asumen esa personalidad que no era la de ellos. Luego de ver el montaje se interesó mucho por la actuación.
A medida que fue creciendo fue también aumentando su interés por la Iglesia Católica. Fue catequista y de los jóvenes siempre activo en La Pascua Juvenil.
En una ocasión llegaron al barrio unos misioneros e investigaron los talentos de los jóvenes. A Boba le asignaron hacer una comedia, actividad a la que se negó tajantemente. “Les dije si ustedes quieren una comedia busque a Freddy o a Cuquín, pero a mí no”.
Esa noche, recuerda, que despertó porque había soñado con el montaje de la comedia y solo hizo amanecer para salir a buscar a sus compañeros y ponerse a trabajar. “A la gente le encantó y yo no sabía que tenía ese talento para hacer reír”.
AL SEMINARIO
En esa época Boba estaba muy enamorado de la iglesia y al ser consultado de si quería servir a la iglesia para ir al seminario dijo que sí. En el Seminario San Francisco de Asís, en San Francisco de Macorís, solo estuvo una estadía, ya que se arrepintió de dar el siguiente paso para quedarse interno estudiando para ser sacerdote.
“A la iglesia yo llegué inconscientemente, no porque mis padres me transmitieron la fe, iba con mis amigos a enamorarme de las muchachas y poco a poco me fui involucrando llegue a dar catecismo, fui cursillista y aún conservo una biblia, que tiene más de 60 años, que me regaló mi abuela paterna al morir. Es un gran regalo que para mí tiene mucho valor”, explica.
EN EL HUMOR
Lo cierto es que la iglesia perdió a un buen sacerdote y nos dejó a un gran humorista, y es que actualmente Rafa Boba está gozando de uno de los mejores momentos de su carrera, la que inició a principio del 2000 y la que fue cultivando con paciencia.
Luego de haber ganado el segundo lugar con su imitación de Cantinflas, comenzó a buscar trabajo como comediante.
No fue fácil, antes había sido gondolero en un supermercado y guardia de seguridad en una farmacia y ahora tenía el sueño de convertirme en artista del humor.
Así fue visitando varios programas de televisión, llegando a ser camarógrafo de uno de los programas de Cheddy García. Cuando le dieron la primera oportunidad en "El Show del Mediodía" (Color Visión), antes ya había hecho todo tipo de trabajos, desde hacer mandados y agarrar chuletas.
Fue en El Show del Mediodía que hizo su primera actuación para una comedia. Su trabajo caló bastante, la prensa se hizo eco de su trabajo aún sin haber cumplido un año en el programa.
El transitar de Rafa Boba por algunos programas lo llevaron a trabajar en “Cero estrés”, en Telecentro, fue en este espacio que nació su primer gran personaje “Guayubín”.
Su pegada fue tan grande que estuvo a punto de que la gente le llamara con ese nombre. “Hasta mi papá comenzó a llamarme Guayubín”.
Rafael entendió que debía guardar el personaje y cultivar el talento de la caracterización y la imitación.
Cuatro años estuvo estudiando los ademanes y el tono de voz del expresidente Danilo Medina, y el resultado ha sido genial. Logrando una de las mejores caracterizaciones del exmandatario. Rafa Boba también ha caracterizado muy bien a Miguel Vargas Maldonado y al ministro de turismo, David Collado.
En cuanto a voces imita muy bien al presidente Luis Abinader, Antonio Marte, Leonel Fernández, Roberto Salcedo y Roberto Ángel entre otros.