ARTISTA
Inka: desde los barrios de Villa Mella a los 50 mejores de Rolling Stones
A este joven se le visualiza como el nuevo talento de la música urbana, pero también de la tradicional en RD
Proveniente de una familia humilde, Inka “es un muchacho de un barrio de villa mella, que desde pequeño se juntaba con su hermana en la sala, cogía un suape y hacía música, Se inventaba canciones en la azotea… después se lo tomó muy enserio y le dio para allá”, como él mismo se describe.
El joven cantante relata que sus recuerdos más antiguos provienen de la música, ya que desde pequeño ha conectado las canciones con sus vivencias, por lo que su amor a la música siempre ha existido, pero ahora vive una etapa especial por acentuarse como representante de la música alternativa.
Inka se abre paso con una propuesta creativa que traería de vuelta ritmos folclóricos olvidados por la mayoría, pero presentes en el corazón de las familias y los pueblos en el que la tradición se mantiene viva.
El álbum
Su repercusión cultural yace en su habilidad para fusionar la música urbana, como el rap y el dembow, a sonidos provenientes en su mayoría del sincretismo musical-religioso dominicano, como los palos, la salve, el pripí y los congos de Villa Mella (el barrio donde creció).
En su recorrido ha trabajado con artistas como Evaristo Moreno, perteneciente a una familia pionera y precursora de ritmos como el priprí.
Incluso, experimentando en sus puestas en escena con el rock y otros géneros.
“Tienen mucho que ver porque, ambas son expresiones populares, tanto la música urbana como la música tradicional, del dominicano “de a pie” como dicen, de la gente del campo, de la gente de barrio, y que recogen la esencia de esa gente...”.
En lo rítmico también: “O sea, hay ritmos en el dembow que están presentes en el Congo de Villa Mella, por ejemplo o en la salve de Villa Mella, porque al final son células rítmicas muy populares, muy utilizadas en diferentes géneros a lo largo del tiempo y están ahí, son expresiones afro”.
“Villa Mella” es el nombre de su más reciente álbum conformado por 12 canciones. Su música ha atraído a miles de oyentes locales e internacionales que comulgan con sus mensajes de protesta, donde aborda temas de injusticia social, abuso policial, pobreza, corrupción, migración, entre otros.
“Mis principales inspiraciones, yo creo que realmente era la gente, la gente de la calle, la gente que yo veo caminando y trabajando, es el mundo, de ahí es que yo saco todo”.
Este álbum tuvo una repercusión tal, que fue reconocido por la revista Rolling Stones en español como uno de los mejores 50 álbumes del año 2023.
Confiesa que "fue algo increíble para mi, me encantó. Me encantó estar ahí con esa música”.
Inka, además de cantante y compositor, es egresado del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) como Licenciado en Ciencias Sociales orientado a la Educación Secundaria.
Afirma, que esta etapa de su vida fue difícil, ya que se encontraba en la incognita entre ser músico y continuar con su carrera: “Hubo un momento que yo quería salirme de la universidad para dedicarme 100% a la música. Ahí yo supe que esa inclinación iba a tomar protagonismo en mi vida… Y no lo hice, no me salí y terminé la carrera”.
Las ciencias sociales también son una pasión para el cantante. Aunque nunca estudió música a nivel académico, sus estudios de la historia se muestran reflejados en sus temas.
“Me apasionan las ciencias sociales, claro que sí. Por eso mi música está cargada siempre de contenido cultural, de contenido social, político y me apasiona mucho educar también; por eso yo fui profesor, incluso; que al final era el destino de mi carrera... Si tú me escuchas, yo estoy siempre enseñando algo, siempre contando algo nuevo, no sé, siempre poniendo en el tapete un tema importante”, comenta.
A pesar de su interés a temprana edad por la música, su inclinación a los ritmos tradicionales no llegó sino después, cuando en una clase de la universidad le asignaron investigar sobre los congos de Villa Mella.
Indagando y descubriendo más de este género y bajo la inspiración de otros artistas del momento como Riccie Oriach y Xiomara Fortuna, surgió esta curiosidad y el amor hacia estos géneros. Agregándole a esto, una influencia “escondida” como lo define el propio artista, que tuvo en el su abuela, quien fue una santera conocida en el barrio de Cristo Rey.
“Mi abuela bregaba con palo, bregaba con santería, leía la taza, leía la mano, era como la bruja del barrio allá en el macuto en Cristo Rey… pero mi abuela murió temprano, entonces yo no pude tener esa interacción… pero sí sabía que eso estaba ahí…”
A pesar de el estigma que aún persiste en la música afrodescendiente, Albreydy menciona que su camino ha sido complicado debido a diversas razones, pero siente que es más el apoyo que ha recibido de sus oyentes. Manifiesta que “No todos los medios van a tener la apertura, no van a tener la visión, vamos a decir política, para aceptar difundir este tipo de arte. Porque es un tipo de arte que promociona la negritud dominicana y muchas veces se quiere invisibilizar a la negritud dominicana, irónicamente, porque nada más hay que salir a la calle… Pero en verdad, llega a mi mente más bien toda la gente que me ha apoyado y toda la gente que me dice que me sigue”.
Su mensaje principal y lo que quiere transmitir a sus oyentes a través de su música es el amor. Pronuncia que no daría otro mensaje que no fuese el siguiente: “Intenta conocerte y saber quién tú eres, de donde tú vienes. Puede ser que eso te ayude a amarte. Puede ser que te ayude también a ver cosas que no te gustan en ti, pero a lo mejor tú tienes que ver esas cosas y darte cuenta de que están ahí para cambiarlas y ser diferente”.
Su proyecto fue un proceso introspectivo para el, que lo ayudó a crecer y se fue convirtiendo en un proceso personal, con canciones que cuentan su vida y su historia, que presentan a Villa Mella como una metáfora de lo que es de país y de lo que, para él, representa el ser dominicano.
Lo más reciente. A casa llena, el pasado sábado 10 de agosto, el Centro Cultural de España fue el punto de encuentro donde decenas de personas se dieron cita en un espectáculo cultural, que además de música, también presentó una inquebrantable crítica a la sociedad, abriendo un espacio de arte y diálogo, creando conversaciones sobre la dura realidad que viven las minorías y la clase trabajadora dominicana.