Freddy Ginebra celebrando la vida: "Hugo y el tiempo"
Ayer, cuando me fui a despedir a Hugo al aeropuerto, después de haber pasado una semana visitándome con su novia, me dijo: -quiero volver pronto a verte, espérame- y ese espérame lo acentuó.
Entendí de inmediato que se refería a aquello de lo que nadie habla. Tengo 80 años y en el calendario existencial, marcada la fecha de despedida por la la naturaleza de la vida.
Mientras lo abrazaba con tanto cariño le dije al oído: -Prometido, Hugo querido. Te voy a esperar pero no me falles en tu regreso. Luego nos separamos y vi como, recogiendo su mochila, se alejó con su novia hacia la entrada del aeropuerto.
Me quedé unos segundo mirándolos, llenos de vida, hermosos, amándose, agradeciéndoles el que en sus vacaciones hayan venido a verme y a celebrar conmigo mis 50 años de Casa de Teatro y mis 80 de vida.
Hugo vende mangos y aguacates de República Dominicana en un pueblito francés. Me lo dice con gran orgullo: -Estoy vendiendo tus productos, todos son dominicanos. Mi pueblo es muy aburrido-,
me comentó una noche de intercambios, -además, los franceses no son tan cariñosos como los dominicanos, no nos abrazamos mucho y me la paso trabajando casi todo el tiempo.
Estoy recibiendo un entrenamiento que durará tres años y luego me voy a España.
Apenas tengo 24 años, así que me queda toda una vida por vivir. Mis padres se retiran y pienso ocupar su puesto si todo va bien.
Tengo un hermano pero no le interesa lo que hago; él tomara otro camino.
- Ojalá pueda visitarte algún día, - dejé caer- y ayudarte a vender tus frutos.
- Te aburres Freddy, en Montargis (ese es el nombre de su ciudad), a una hora del sur de París no hay nada que hacer.
-¿Y qué haces para divertirte?, le pregunté. -Leo mucho, tengo amigos y desde que puedo tomo un avión y me voy a ver a mis padres y a Mayte, mi novia, que vive y trabaja en Madrid.
- ¿Cada qué tiempo la ves? - Cada tres semanas, y cuando podemos robarnos unos días un poquito más.
La despedida de este amigo querido me hizo reflexionar sobre mi tiempo en la Tierra, sin darme mucha cuenta ya han pasado los años, he hecho familia, trabajado en variedad de oficios, me he divertido, amado mucho y celebrado mucho, en fin, como hubiera dicho un viejo profesor, he exprimido la vida hasta el infinito y jamás he dejado de soñar. El balance hasta el momento ha sido positivo.
Ya mis planes son a corto plazo, vivo intensamente el presente y triplico mi dosis de amor.
Alguien me preguntó que cómo veía el futuro, y le contesté con una sonrisa: - No lo veo, lo vivo.
A Hugo lo esperaré, y trataré de esperar a todos los amigos que vengan, y cuando ya no pueda esperar, los esperaré en el misterio con un abrazo lleno de nubes y estrellas, con música en el alma y una sonrisa que invite a celebrar la eternidad. Lo prometo.