TEATRO DOMINICANO
“Isla de sangre”, mitología, simbolismos, historia y raíces taínas en escena
Dirigida por Fausto Rojas y protagonizada por Nileny Dippton se presentó en la Sala Ravelo del Teatro Nacional
Cristian Martínez debió haber hecho una investigación muy seria, exhaustiva y antropológica, no sólo por los acontecimientos históricos que se narran en la trama, sino, especialmente, en el aspecto que tiene que ver con la lengua taína, si es que existe documentación al respecto que pudieran certificar que el dialecto que se habla en aproximadamente el 50 por ciento de “Isla de sangre”, es real.
No cuestionaremos, entonces, si la puesta en escena se la obra teatral “Isla de sangre”, recientemente presentada en la sala Ravelo del Teatro Nacional, dirigida por Fausto Rojas y protagonizada por Nileny Dippton es una tomadura de pelo en cuanto a la veracidad o no del lenguaje, en cambio, nos centraremos en su puesta en escena, su teatralidad, en la capacidad histriónica de la actriz y en el hecho de dar voz a las mujeres fundadoras de la isla, tan olvidadas por la historia patriarcal que nos han contado.
A Nileny hace años la venimos viendo desde sus actuaciones corales en las obras presentadas por la Compañía Nacional de Teatro (CNT), de la que forma parte. El año pasado nos sorprendió a todos con su monólogo “El último personaje de Cecilia B”, de igual modo dirigida por Rojas y valoramos su impresionante actuación aquella vez.
Ahora decimos lo mismo. En este unipersonal, en el que interpreta alrededor de 10 personajes, todos con psicologías, modulaciones, vestuarios y maneras distintas, sumándole a esto el hecho de memorizar el dialecto (real o imaginario) taíno en casi la totalidad de la obra, le merece un reconocimiento especial, porque indiscutiblemente estamos ante una actriz de matices superiores, con la que se puede contar para interpretar los roles más diversos, incómodos y difíciles de la escena teatral.
Fausto Rojas, el director, pasito a pasito se está construyendo una estética que le puede valer para hacerse de una marca personal, un sello distintivo. Con sus puestas en escena, aparentemente, el también director de la CNT busca apartarse de influencias de los maestros del teatro local, de los que pudo haber mamado durante muchos años.
En “Isla de sangre” Fausto se centra en exaltar la figura femenina (que igual pudo haber sido sugerido por el propio texto), en las heroínas como Anacaona Attabeira, Anacimú, Anacanei, Guayabanequema, Itibacaubaba o Ainaicua y esto, como dato histórico y de visibilidad del significado de la fuerza de tantas mujeres ignoradas por siglos, tiene un valor importantísimo; también se dejan ver Cristóbal Colón y Nicolás de Ovando, como si de “invitados especiales” se tratasen.
“Isla de sangre” está cargada de simbolismos y de elementos mitológicos. No es cuestión de interpretar si la puesta en escena es buena o mala, porque, la verdad ha de ser dicha, es una obra difícil, extraña, rara y aportarle un adjetivo o calificativo a este trabajo, es un riesgo bastante grande. Dejémoslo a la subjetividad del espectador.
A Fausto, Nileny se les unen Frederick Liendo, Nefer Mouro, con pequeñas apariciones; David Almengoud y José Ismael Valdez con la música en vivo: Además, se suman Giamilka Román como productora ejecutiva y asistente de dirección; Jovany Pepín en la asistencia de producción; Bautista Sierra en el diseño del vestuario; Miguel Ramírez confección de máscaras; Leonel del Valle en el diseño de las luces; Jochi Domínguez en la realización de la máscara del Pájaro Carpintero; Karol Marenco en la coreografía y Cristian Martínez en l escenografía.