Fito Páez, el hombre que hizo del rock un himno en las “Noches del Botánico” en Madrid
Sus movimientos eclécticos, su andar distraído, pero pertinente y su voz tan particular inundaron de vida el jardín de la Universidad Complutense
Sus letras fueron cantadas por todas las generaciones del público, algunos las llevaban tatuadas en la piel y otros en el alma. Es Fito Paéz, la voz que dejó de ser rock para ser un himno en las bocas de las 4.000 personas que asistieron este fin de semana al festival “Noches del Botánico” en Madrid.
Sus movimientos eclécticos, su andar distraído, pero pertinente y su voz tan particular inundaron de vida el jardín de la Universidad Complutense, donde el público madrileño tuvo la oportunidad de ser protagonista de la historia de amor que el argentino empezó a escribir hace 32 años con el disco “El amor después del amor”, un clásico que hoy versiona con nuevos artistas y modernas mezclas, pero sin perder la esencia.
“Olé olé olé, Fito Fito” se escuchaba mientras los músicos comenzaban a tomar sus puestos y la expectativa aumentaba cada segundo un poco más.
El escenario se tiñó de rojo y Fito comenzó a cantar las primeras estrofas haciendo que el público viajara en el tiempo. Todos sabían que se trataba de “El amor después del amor”, la canción que da nombre al disco más vendido del rock argentino y que dedicó a uno de los amores de su vida.
4.000 almas alzaban los brazos al cielo para tocar a la estrella que vestía una de sus típicas americanas. Él, con sus más de 40 años de carrera, tomó el rol de director de orquesta, tanto de sus 9 músicos en escena como de las palmas del público, que respetó los pedidos del ídolo como si hubiesen ensayado.
La gente gritó y saltó al escuchar “Tráfico por Katmandú” y “Ciudad de pobres corazones”, y lloró con clásicos como “Un vestido y un amor” y “11 y 6”, por no decir que lagrimeó en todo el concierto cuyo repertorio te llevaba y traía de distintos estados de ánimo.
Con mucha astucia, Fito introdujo sus canciones con anécdotas que hacían a los expectantes cerrar los ojos y repasar aquellos momentos a la perfección, como una película.
“Esta canción la hice en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Una mañana invito a uno de mis grandes amores y artistas de todos los tiempos…” cuenta, sin aclarar de quién se trata.
Luego remata con una frase que hunde al público en un único grito. “La inteligencia artificial nunca va a poder inventar a un Luis Alberto Spinetta” y da paso a “Pétalo de sal”, la colaboración que realizó junto a su entrañable amigo fallecido en 2012.
“GRACIAS MADRID, INOLVIDABLE”
El músico agradeció a la capital española, su casa durante muchos años: “Aquí me emborraché, crié hijos, me morí y volví a nacer, muchas gracias Madrid, te amo con locura, inolvidable”.
En la última hora de concierto, Fito se despidió de su público con el característico “Chau, hasta mañana” de “A rodar la vida”. Sin embargo, el músico sabía que había más por hacer.
Volvió, esta vez con otra chaqueta, y supo que esta mágica noche merecía un momento épico.
Tras dos horas de tocar y tocar, el fanático del rock cerró con un verdadero himno al amor: “Y dale alegría a mi corazón”.
Todos los sudamericanos presentes se estremecieron recordando distintos momentos de su vida que pasaron con esa canción de fondo. Desde el público se escuchó un grito que recordaba a Mercedes “La negra” Sosa, que siempre incluía la canción del músico en sus conciertos.
Los ojos del ídolo mostraron verdadera sorpresa al escuchar cómo los presentes coreaban con muchísima intensidad el estribillo. Hoy hay miles de personas afónicas caminando por las calles de Madrid, con la satisfacción de haberle regalado sus últimos hilos de voz a Fito Páez.
Tras haberse presentado en la séptima edición de “Noches del Botánico”, la gira del icono argentino seguirá por más ciudades de España y posteriormente aterrizará en Perú y Argentina.