Teatro dominicano: “Tarascones” lleva lo ridículo y la comedia dramática a un escalón muy alto
Bajo la dirección de Elvira Taveras, en el elenco figuran Yanela Hernández, Patricia Muñoz, Elizabeth Ovalle y Wendy Alba
La riqueza de la obra teatral “Tarascones” radica esencialmente en el subtexto. Como para leer entre líneas.
Gonzalo Demaría, su autor, hace una crítica implícita, mordaz y audaz a una parte de la sociedad que, valiéndose del poder económico que ostenta, cree que todo aquel a quien consideran por debajo de su mismo nivel, está sujeto a rendirle algún tipo de pleitesía.
La cuestión es Demaría lo cuenta en clave de humor, convirtiendo una denuncia social, opresión, maltrato y marginaciones, en una sátira, una caricatura de la realidad que viven miles, millones de trabajadoras domésticas en residencias de viejos o nuevos ricos.
La genialidad del dramaturgo argentino no sólo se ciñe a reflejar un contexto de desigualdades de clases sociales, sino que, para más inri, este autor relativamente joven, quien a finales de marzo cumplirá 53 años, escribió la obra en verso, sumando mayor ingenio a esta pieza.
La trama va de la siguiente manera: cuatro mujeres de clase media alta se reúnen, como cada semana, en la casa de alguna de ellas para jugar a las cartas y tomar. Un hecho inesperado las saca de sus habituales composturas, por lo que a continuación se van sucediendo aspectos que las llevan a hablar más de la cuenta, pero ayudadas por una máscara que las conduce a decir algunas verdades que en otras circunstancias nunca se atreverían.
La metáfora de la máscara o tarasca, que proviene del folklore de algunas ciudades del sur de Francia y exportado a algunas zonas de España, es un monstruo mitológico con una boca muy grande o una persona con tendencia a causar daños por su voracidad o como acción de morder o como mujer desagradable. En Argentina, tarascones es sinónimo de mordiscos.
Montaje local
Yanela Hernández, Patricia Muñoz, Elizabeth Ovalle y Wendy Alba hacen del ridículo, el juego de palabras y las situaciones más disparatadas, una forma ver el arte desde una perspectiva más relajada, sin la contundencia y sobriedad que muchas veces se espera, sobre todo, cuando el elenco no está compuesto por gente que se dedica exclusivamente al humor.
En “Tatascones” descubrimos a una Yanela impresionante como actriz cómica. Ya sabíamos de su experiencia de más de 30 años sobre las tablas, con un dominio escénico pertinente y esa potente voz ejercitada a fuerza de microfonazos como locutora profesional, tanto de radio, televisión, como de campañas publicitarias, sobresale en este montaje gracias a su personaje cínico y descarado, claro, sin denostar el trabajo de sus compañeras de escena, quienes también logran momentos muy altos en el listón que les permite el texto.
En “Tarascones” todo es ridículo, exagerado y sobrecargado: el decorado, los vestuarios y las actuaciones. El montaje es la representación absoluta de la afectación y de esto son responsables todas las involucradas, porque es hecho a conciencia. Porque no hubo necesidad de guardar las formas y entregar medias tintas. En la obra, cuanto más excesivo es el gesto, mayor es el resultado.
Elvira Taveras las dirige. En una producción de Absoluto Teatro, como parte del séptimo festival internacional de teatro Mujeres sobre las tablas, llevado a curso en el teatro Guloya de la calle Arzobispo Portes, de la Zona Colonial de Santo Domingo y que en esta ocasión estuvo dedicado a la labor de la actriz Elizabeth Ovalle.