Melendi personaliza el Palacio de los Deportes y lo convierte en su propio "Jardín con enanitos"
Cientos de fanáticos acudieron a la primera cita en República Dominicana del cantautor
Personalizar el “Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto”, en Santo Domingo, no le quedó grande al cantante pop español Melendi, quien se tomó la noche de ayer martes precisamente para transformar el recinto en su propio “Jardín con enanitos”.
Cientos de fanáticos acudieron a la primera cita en República Dominicana del cantautor, que salió a escena en eso de las 8:45 de la noche ante los infinitos “likes” transformados en la inmensa ovación de los presentes.
“Likes y Cicatrices”, así lleva por nombre la gira y tour que dejó emocionada a la fanaticada dominicana y al propio artista que no auguraba que tras veinte años de carrera iba a pisar por primera vez el escenario dominicano y recibiría un calor tan inmenso que extendería su tiempo en escena a más de dos horas de concierto.
“Primera vez aquí y que recibimiento… De bien nacido es ser agradecido y lo primero es decirles: muchas gracias por la increíble elección que han tenido hoy martes, venir a ver a Melendi. Muchas gracias dominicano de bien y con criterio”, fueron las primeras palabras que el veterano español extendió a su auditorio ayer.
A casa llena y Melindi junto a su público mayoritariamente adulto joven esperaron a las 9:00 P.M. Para entonar “De pequeño fue el coco” y de seguido narrar la historia de cómo fue que se cansó de ser un muy triste “Violinista en tu tejado”.
Aunque el equipo de sonido presentó inconvenientes que llevaron al artista a cambiar de micrófono en dos ocasiones, la noche no necesitó mucho más ante la envidiable conexión que mantiene con sus seguidores a los que hizo sentir ayer como parte de su vida personal, más allá de su música, contando anécdotas e historias detrás de cada canción, sin pausa, pero sin prisa y así entró “Caminando por la vida”.
9:12 y, aunque segundos antes se vio obligado a salir de escena por una pequeña afección de salud, Ramón Melendi se paseo por el escenario “Con solo una sonrisa” y minutos después exigía con “Mírame”, sin dar tregua entre canción y canción que interpretó en completa compañía de su banda musical de guitarra, piano, bajo, batería, corista y otros instrumentos.
Durante todo el show, Ramón aprovechó para dejar bien establecidos los mensajes, luchas y aprendizajes personales que ha convertido en canción a sus 44 de años de vida, de 9:26 a 9:41 de la noche intercaló entre profesar su fe por “La religión de los idiotas”, desvelar los motivos por los que se consume “Como una vela” y enviar una carta de despedida, sin dolor ni culpas, pero “Sin remitente”.
“Desde que estamos juntos” Melendi estableció que se ha fijado en tantos detalles que hasta fue capaz de percatarse de aquella que se hace “Autofotos”, que empezó a mecer su melodía a las 9:56.
En el ambiente no se podía medir la euforia del público, pero sí palpar la emoción que en más de uno en diferentes ocasiones se transformó en la lágrimas ante una puesta en escena sencilla, no más que el cantante y el magnífico grupo artistas que le acompaña, además de las tres características pantallas del Virgilio Travieso Soto que simulaban ser teléfonos celulares que transmitían en vivo desde Instagram, en alusión al concepto de la gira.
No hacía falta anunciarla, y aún así lo hizo, el que se autodefine como un “chico raro” casi logra que todo se vaya cuesta abajo al cantar “Tu jardín con enanitos” precisamente a las 10:00 P.M. Y luego seguir con una plegaria en honor a la mujer libre en una versión de su colaboración con el legendario Alejandro Sanz y el rapero español Arkano, “Déjala que baile”.
“Tocado y hundido”, “Destino o casualidad” y entre líneas de romance surgió la historia de Pablo, causante e inspirador de que Melendi haya cumplido “La Promesa”, y escrito la que señaló como “la canción más romántica de su carrera”.
A las 10:44 el compositor hizo el valido intento de despedirse del eufórico público que se mantuvo de pie durante toda la noche, dejando instaurada la promesa de que “harían todo lo que puedan por ser felices”, sin embargo el abandono del escenario fue efímero ante la inmensa algarabía de los presentes que pedían “otra, otra, otra” logrando extender el show 20 minutos más.
“Cheque al portamor”, más de uno con ronquera y un infinito agradecimiento al amor que pululaba en el aire dio apertura a la confesión de ser “Un alumno más” y terminar justo a las 11:06 con “Lagrimas desordenadas” y ahora una verdadera retirada con la bandera dominicana en el pecho y la falta única de la entonación del público de “Gracias por venir”.