Teatro dominicano: Clara Morel, un antes y un después de “La abuela del escorpión”
Una teatralidad arriesgada es la que ofrece su director, Manuel Chapuseaux, quien se ha ganado a pulso y por más de tres décadas un primerísimo lugar

Alrededor de una hora se mantiene la actriz Clara Morel en escena, utilizando los pocos objetos con los que cuenta. (Fotos: Maya Oviedo).
En el centro, una mesa de madera y una única silla, también de madera. En el lateral izquierdo, desde el auditorio hasta el proscenio, un panel con tablas clavadas de forma horizontal, que sostiene un cuenco de güiro, una botella de ron, dos vasos vacíos y un trapo blanco, que unas veces hace de mantel, otras de sábana y otras de velo. Estos serán los únicos elementos que veremos como parte de la escenografía y la utilería de “La abuela del escorpión”.
Como única ejecutante, una actriz, quien en escena muta en un monstruo, en una niña, en un padre, en un militar, en una madre, en un viejo verde, en un hijo, en uno y muchos amantes, en un dictador. En todo. En nada. Tiene nombre: Clara Morel. ¿Tiene límites? Ninguno.
La destreza de enfrentarse a un texto denso, complicado, pero, a la vez, inteligente, didáctico, soez y reivindicador, suma a la actuación de Morel valores añadidos a los que ya se conocían de ella en escena. A esa escena que viene entregándole, quizás no demasiados o sobreexpuestos trabajos, pero sí, los que ha escogido, han conseguido apartarla del montón y éste, sencillamente, es uno de ellos.
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