La emblemática canción "Hotel California", de Eagles, reaparece en manos equivocadas
La Fiscalía de Nueva York imputa a tres personas por intentar vender supuestamente notas manuscritas del grupo estadounidense
La Fiscalía de Nueva York imputó a tres personas por intentar vender supuestamente notas manuscritas del grupo estadounidense Eagles, entre ellas la famosa canción “Hotel California”, y que los acusados sabían que habían sido robadas en los años 70.
Según el fiscal del sur de Nueva York, Alvin Bragg, los acusados poseían 100 páginas escritas a mano por el fundador del grupo de rock, Don Henley, entre las que también se encontraban las canciones “Life in the Fast Lane” y “New Kid In Town”.
El valor total de los manuscritos supera el millón de dólares, de acuerdo con un comunicado del ministerio fiscal.
En la acusación, los fiscales aseguran que los originales fueron sustraídos ilegalmente a final de los años 70 por un escritor que había sido contratado para escribir una biografía de la banda.
El biógrafo, cuyo nombre no es desvelado por la Fiscalía, vendió los manuscritos en el año 2005 a Glenn Horowitz, un tratante de libros raros, quien, a su vez, llegó a un acuerdo de venta con otras dos personas, Craig Iciardi y Edward Kosinski.
El escrito de la fiscalía sostiene que cuando Iciardi y Edward intentaron vender parte de los manuscritos, Don Henley tuvo conocimiento de sus intenciones y, por un lado, presentó una denuncia mientras que, por otro lado, informó a los acusados de que los documentos eran robados y les pidió que se los devolvieran.
Desde entonces, los tres acusados, no solo continuaron intentando vender el material del grupo de rock y de evitar que Henley lo recuperara, sino que, según la fiscalía, trataron de crear documentos falsos para justificar una supuesta proveniencia legal de los legajos.
El comunicado de la Fiscalía apunta que contactaron también con casas de subastas como Christie’s y Sotheby’s a las que no informaron de las reclamaciones del fundador de “The Eagles”.
“Nueva York es un centro mundial para el arte y la cultura, y quienes comercian con artefactos culturales deben cumplir escrupulosamente la ley”, dijo el fiscal Bragg, citado en la nota.
“Los acusados intentaron quedarse y vender estos manuscritos únicos y valiosos, a pesar de saber que no tenían derecho a hacerlo. Inventaron historias sobre el origen de los documentos y su derecho a poseerlos para poder obtener ganancias”, agregó.