Patricia Ascuasiati accidente
Patricia Ascuasiati: artista apasionada y creadora incansable que ha puesto su alma a los pies de la danza
Es definida por los profesionales del área de la danza como una creadora incansable y artista apasionada
Casi 40 años como bailarina y coreógrafa acreditan a Patricia Ascuasiati como un referente vivo de la danza dominicana, a la que no sólo le puso su cuerpo (ahora embestido por un trágico accidente), sino que le entregó toda su alma con pasión y amor.
Ascuasiati es definida por los profesionales del área de la danza como una creadora incansable y artista apasionada y que además de sobresalir como bailarina y coreógrafa, ha sido actriz y maestra de varias generaciones.
Ha producido y dirigido importantes proyectos artísticos, espectáculos teatrales y televisivos que destacan por su alto nivel de sensibilidad y formación en las bellas artes, afirman sus cercanos.
"La danza ha sido mi oficio, mi todo, la actividad más placentera y mi terapia emocional. Hoy es la inspiración de mi nuevo arte”", dijo Ascuasiati en abril de 2019 en una entrevista publicada por el periódico El Nacional.
Para entonces, 2019, abría su muestra “La danza, el arte, el artista” como una celebración por el Día Internacional de la Danza, que se festeja el 29 de este mes de abril de cada año.
En abril de 2015, el Patronato Dominicano por la Danza puso en circulación el libro titulado “El Ballet Nacional Dominicano. Origen y trayectoria”, durante la presentación de un espectáculo de danza en la Sala Máximo Avilés Blonda de Bellas Artes.
Durante el evento del Patronato, los asistentes vieron un video realizado por Patricia Ascuasiati, titulado “El artista y su danza”, en el que dejó plasmada la pasión del artista por el baile.
En su hoja de vida también tiene su nombre en el cine con actuaciones en películas como "Piedra de Sangre" (2016), "La Gunguna" (2015) y "Detective Willy" (2015).
Patricia viene de una generación, la segunda del la danza dominicana, que supo mantener en alto la continuación ascendente de aquel primer cuerpo de ballet impulsado en plena mitad del siglo XX por "La Madame” Magda Corbett, quien llegó al país en diciembre de 1947 desde Hungría para enseñar los primeros pasos a toda una camada de bailarines profesionales en República Dominicana.
Durante su vida ha mostrado un apego incondicional a su patria y no tuvo la necesidad de salir a estudiar fuera de Santo Domingo, donde nació, para convertirse en una bailarina estelar.
"Yo quise estudiar fuera y mis padres me hicieron entender que aquí o en cualquier lugar yo iba a ser lo que iba a ser", dijo en abril de 2017 al programa "Solo para mujeres" que conduce Zoila Luna por Zol FM.
Incluso, en los veranos ella optó por quedarse y recibir las enseñanzas de "grandes maestros" que venían a Santo Domingo: "Nosotros crecimos aquí con lo mejor en este país".
El oficio de ser bailarina lleva numerosos sacrificios que van desde lo emocional hasta lo físico como lesiones en los pies.
En su caso, se cuenta "entre las pocas que no tiene lesiones porque las compañeras todas" sufren las consecuencias de los escenarios que no siempre son los más adecuados para la danza.
Su conciencia artística y su honestidad personal le motivaron a la enseñanza y hasta sacrificó su propia permanencia en la danza al permitir que los nuevos talentos ocuparan posiciones como la que ella mantenía en el Ballet Nacional Dominicano.
"Entendì que debía salir de la fila, que estaba haciéndole sombra a una cantidad de gente que venía ahí, que no iba a estar ahí hasta que yo no saliera del medio", dijo a Zoila Luna.
Se salió del cuerpo de bailarines del Ballet Nacional en 1994 y regresó al año siguiente ante la invitación de la también bailarina estelar Carmen Heredia de Guerrero, esta vez para ser coreógrafa, una transición madura que le posibilitó un nuevo reto artístico.
¿Dolió guardar las zapatillas?, le preguntó Zoila Luna. Su respuesta: "Duele, como no, duele, pero cuando tú tienes cómo sustituir eso, ya, pero duele bajarse, duele salir del escenario, duele el aplauso que se perdió... me duele tanto que no me duele, uno se anestecia".
En su memoria quedan intactos numerosos momentos de grandes ovaciones, de aplausos sonoros, del soberano público que levantaba de sus asientos a rendirle tributo ante su entrega total.
"Extraño los aplausos de pie, aquel público se paraba como una horda, me llena de emoción, aquella vez de Ojalá de Sonia Silvestre en Bellas Artes cuando ese público hizo fú (se levantó a aplaudir) y no a mí, a mis compañeros, porque éramos 23 mujeres y hombres que emprendimos la labor en este país de hacer de la danza un oficio profesional, que lo hicimos, nuestra batalla está librada, pienso que dejamos una profesión que la juventud sigue", expresó en "Solo para mujeres".
Con un pasado de temporadas de fabulosas actuaciones y huellas imborrables en los escenarios dominicanos, Ascuasiati ahora enfrenta el impacto trágico de un vehículo de motor sobre un cuerpo, que en sus mejores tiempos llegó a las 115 libras, con las que siempre se sintió "gordísima" y que no fueron razones de peso para construir una carrera como artista en toda su extensión, como ella mismo dijo: "A través de todos mis ejes. Desde mis cuatro puntos cardinales. Desde y hasta todos los puntos posibles de mi geometría".