Código desconocido (Primera parte)

Michael Haneke (Baviera, Alemania, 1942) es un cantor de atropellos. Tanto individuales como colectivos. De atropellos raciales, migratorios, de género, socio- culturales y políticos. Su cine es un homenaje al lado oscuro de la vida, a ese que constantemente evitamos presenciar por lo que nos puede tocar, por lo que no quisiéramos ver, por evitar ese maldito complejo de culpa que, como seres pasivos, debemos digerir como ingreditente nutritivo sin mirar sus consecuencias.

Todos sus propósitos, planos, personajes y cinematografía son una magní f i c a opor - tunidad para presentarnos seres vulnerados y vulnerables, víctimas de nuestra propia indefinición e incapaces de llevar a la práctica esos golpes que nos damos en el pecho creyéndonos valientes, justos y tolerantes.

No tiene preferencia para incluir en sus historias las experiencias traumáticas de niños, adolescentes, jóvenes o ancianos. Por el contrario, como espectador de la tragedia humana, Haneke sabe sacar a la luz el antro individual de la maldad que más nos duele. En “Benny´s vídeo” retrató el fantasma de un joven desalmado que no cree ni en sus padres. En “La pianista” se metió en la sicología de una mujer frustrada sexual y en “Caché” reprodujo el resentimiento y el cargo de conciencia de las clases sociales más altas frente a un pasado sombrío.

Si “Funny games” trajo el discurso de la humillación ajena como un juego para la destrucción de la vida (el odio de una juventud a la que se le niega un espacio social de importancia), en “Código desconocido” el atropello reviste formas mucho más variadas y complejas como pueden ser la inmigración, el racismo, la falta de identidad y el desarraigo social.

Ficha técnica Año: 2000. Duración: 107 min. País: Francia. Dirección y guión: Michael Haneke. Reparto: Juliette Binoche, Thierry Neuvic, Josef Bierbichler, Ona Lu Yenke, Luminita Gheorghiu, Arsinée Khanjian, Alexandre Hamidi, Helene Diarra

Sinopsis: En un bulevard muy concurrido de París, un joven tira un papel arrugado a las manos extendidas de una mendiga. Este suceso es el pretexto para unir a un grupo personajes muy disímiles pero que tienen en común estar siendo humillados, por diferentes vías o sucesos, desde sus respectivas posiciones sociales.