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Candela (Primera parte)

Muy escasa literatura dominicana ha sido llevada al cine reciente. Esto habla del poco hábito de lectura de nuestros productores, directores, patrocinadores, guionistas y personal vinculado al Séptimo Arte. Es parte de la indiferencia de ese personal a la obra de nuestros autores nacionales.

Sin embargo, cuentos, novelas, piezas teatrales y ensayos quedan. Saben mirar el mundo al revés y marcan una historia cultural. Pero son ignorados por quienes dan la espalda a los libros.

Con algunos realizadores de ayer se podía respirar. De Francisco Palau hasta Camilo Carrau y Oscar Torres, transcurren cinematografías literarias, piezas antillanas, o la colaboración de figuras vinculadas al arte de escribir.

Desde los Estados Unidos hasta Cuba , desde Rusia hasta España: Los mejores registros estéticos aparecen cuando guionistas y productores apuestan a las letras impresas.

Sin embargo, las piezas de nuestros escritores de hoy encuentran reducidos espacios en las pantallas y, algunos de ellos, como Pedro Antonio Valdez, esperó a un artista foráneo para llevar una de sus novelas a la sala oscura.

Es grata la noticia del director Andrés Farías Cintrón, quien acaba de estrenar su ópera prima: Una versión de la novela del autor dominicano Rey Andújar, “Candela”, cinta que, además, mereció el Premio del Jurado del Festival Internacional de Cine de Biarritz (2021).

Estamos frente a una versión muy personal de la obra de Andújar. Farías no copia el texto al papel carbón, ni lo interpreta a imagen y semejanza. Ha logrado separar literatura y cine para andar con libertad creativa dentro del mundo de las imágenes en movimiento.

En esta versión, los trasiegos literarios desaparecen para dar paso a una puesta en escena donde elementos ambientales, fotográficos, musicales, luminotécnicos, vestuario, maquillaje, escenografía y actorales, entre otros, se dan la mano para conformar un espectáculo visual.

Rey Andújar hoy, al igual que Pedro Antonio Valdez ayer, debe andar de fiesta. Pero ambos son escasas excepciones. El cine dominicano acusa de un mal, y pesar de algunos intentos, parece no tener cura. Hay que saber respetar el oficio de cada quien. No basta ser “todólogo”.

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