Desde la última butaca
“Ash of time (Redux)”
Nunca las segundas partes fueron buenas. Mucho menos cuando surgen excesos de violencia, sangre, poesía, encuadres perfectos y locaciones futuristas. Una década atrás, Won Kar Wai filmó la primera versión de esta propuesta epocal donde el desamor transcurre en tiempos de samuráis errantes y bandidos.
Malo que bueno, en aquel entonces funcionó, aunque el director no quedó satisfecho. Desoyó a Bécquer: “no la toques más, así es la rosa” y se enroló en una nueva versión atípica y extensa, que oscila entre lo inexplicable y lo que, a su criterio, faltó por decir.
Existen remakes y auto remakes. Muchos con fines comerciales. En el caso de “Ash of time (Redux)” se respira un maniqueo intelectual que va más allá del equilibrio de una obra de arte, a ratos, y solo a ratos, parecida a cómo este director nos tiene acostumbrados a disfrutar.
Un mundo apocalíptico lleno de bandidos, samuráis solitarios, venganzas, reencuentros y pasiones conforma esta historia que a ciencia cierta tiene varios finales inexplicables y confusos donde se vislumbra que la vida, cuando se pierde el amor, es una cáscara vacía para simular un falso enfrentamiento entre débiles y fuertes, entre la justicia individual y el imperio de la fuerza.
En un mundo apocalíptico donde la llegada de la muerte transcurre como única forma de sobrevivencia, Won Kar Wai dedica más tiempo al trabajo fotográfico y al cuarto de edición que a la intensidad dramática. Hizo un filme personalista, sin pensar en el espectador ni en la experiencia de otros realizadores como Godard o Truffaut.
A fin de cuentas es su película, aunque nos cueste trabajo comprenderla. Ya lo dijo Bergman: “el director es solo un puente que une a la obra con quien la disfruta”.
Ficha técnica País: Hong Kong. Año: 2008. Duración: 123 minutos. Dirección y guion: Won Kar Wai. Reparto: Tony Leung, Leslie Cheung. Carina Lau, Maggie Cheung, Li Bai y Brigitte Lin. Premios: Muestra de Venecia: Mejor Fotografía (Christophe Doyle). Sinopsis: En la antigua China, Ouyang Feng tiene miedo al amor después de un romance equivocado. Feng es solitario, pero un cazador de recompensas descubre el secreto de amor verdadero que guarda.