Lecturas de domingo
Elizabeth Taylor: el diamante nazi y una hermosa joven judía
El diamante Taj Mahal, que teóricamente perteneció a Sha Jahan -el emperador indio que construyó el monumento-, fue el regalo de Richard Burton a Elizabeth Taylor por su 40 cumpleaños.
Después de la reina Isabel II, la actriz Elizabeth Taylor poseía la colección privada de joyas más importante del mundo. Su pasión por los diamantes, las esmeraldas, los rubíes y las perlas fue tan desmesurada como su afición por pasar por la vicaría.
Consciente de la gran fortuna que tenía en piedras preciosas, la última gran estrella del Hollywood clásico siempre confesó que “no soy la dueña de estas piezas, tan solo soy su custodia”.
Una de las alhajas más espectaculares fue el diamante Kruppde 33,19 quilates que perteneció a Vera Krupp, esposa del industrial Alfried Krupp, un fiel aliado de Hitler a quien ofreció la producción de sus fábricas de acero. Tras la II Guerra Mundial, el empresario fue juzgado por crímenes de guerra y por usar a numerosos judíos de los campos de concentración como mano de obra barata.
Cuando Vera falleció, Richard Burton lo adquirió en una subasta por 307.000 dólares en 1968 y se lo regaló Elizabeth Taylor mientras estaba en el Kalizma (combinación de las primeras sílabas de sus tres hijas, Kate, Liza y María), el yate privado del matrimonio que estaba atracado en el río Támesis en Londres. En varias ocasiones, en lugar de alojarse en el exclusivo hotel Dorchester, optaban por vivir en su barco porque no querían que sus mascotas sufrieran debido a la cuarentena.
Desde ese momento, la Taylor jamás se lo quitó de la mano. Era su joya favorita. Simbolizaba el amor de Burton, el hombre a quien más quiso junto a su tercer marido, el productor Mike Todd, quien le regaló las primeras piezas de alta joyería, entre ellas, un aderezo completo de Cartier de diamantes y rubíes de Birmania y una tiara de brillantes, entre otras adquisiciones. Y por él se convirtió al judaísmo en 1959 en el Temple Israel de Hollywood donde adoptó el nombre hebreo de Elisheba Rachel. Los que asistieron a la ceremonia comentaron que oírla pronunciar “Sh’ma Yis’ra’eil Adonai Eloheinu Adonai echad” fue realmente emotivo.
Por eso, cuando empezó a lucir el diamante en su mano, no dudó en confesar a la prensa que “cuando salió a subasta a finales de los 60 pensé en lo perfecto que sería si una linda chica judía como yo fuera la dueña”. La piedra central está cortada en talla Asscher, tiene un grado de color D (extremadamente inusual) y un grado de pureza VS1 (prácticamente perfecto), está engarzado en un anillo de platino diseñado por el prestigioso joyero Harry Winston y a ambos lados tiene un brillante de talla baguette.
Una de las anécdotas más divertidas tuvo como protagonistas a la actriz y la princesa Margarita de Inglaterra. Ambas habían coincidido previamente en diferentes eventos, pero en una boda en Londres, la hermana de la reina de Inglaterra se percató del fabuloso anillo de la actriz. “¿Es ese el famoso diamante?” ¡Qué grande! ¡Qué vulgar!”, a lo que Taylor le respondió: “¿Le gustaría probárselo?”. Cuando la princesa se quedó absorta mirándolo en su dedo, la estrella le espetó: “¿A que ahora no parece tan vulgar?” .
Casada en dos ocasiones con Richard Burton, el intérprete galés le regaló las piezas de joyería más caras e importantes. Tras el fallecimiento de la protagonista de Cleopatra, su patrimonio se subastó en Christie’s a finales de 2011. Las joyas de Burton alcanzaron los precios más elevados, por ejemplo, la perla Peregrina que perteneció a los Borbones se adjudicó por 11,8 millones de dólares; un juego de esmeraldas de Bvlgari alcanzó los 24,7 millones de dólares y el diamante Taj Mahal del siglo XVII se vendió por 7,8 millones de dólares. Sin embargo, el Krupp alcanzó la astronómica cifra de 8,8 millones de dólares.