CINE
Berlinale 2020: Un festival en tiempos de pandemia
La tradición atribuye a Berlín, a su festival y a todo lo demás, un inexorable compromiso con, precisamente, el compromiso. Así ha sido durante todo lo que duró la dirección de Dieter Kosslick, dos décadas enteras. Año tras año, la sección oficial, cada vez más lejos de los grandes autores, se empeñaba en dar cumplido repaso a todas las anomalías políticas del mundo. Y a fe que fueron, son y seguirán siendo muchas. El nuevo equipo, con Carlo Chatrian y Marriette Rissenbeek a la cabeza, y bajo la exigencia de la cinematografía alemana carta pública mediante, llegó este año con la idea de cambiar el rumbo. Compromiso sí, pero no sólo político. Y allí que aparecieron los nombres casi sagrados y sin duda reconocidos de Tsai Ming-Liang, Hong Sang-soo, Philippe Garrel, Aberl Ferrara o Kelly Reichardt. Pero como sea que la inercia lo puede casi todo, el Oso de Oro fue a parar a la más evidentemente política de todas las cintas políticas presentadas a concurso: There is no evil, del director iraní Mohammad Rasoulof.
Y lo es por un doble motivo: por el asunto tratado (la pena de muerte) y por la dolorosa e injusta ausencia de su director retenido en su país más por lo que piensa que por lo que hace, como antes que él lo fue Jafar Panahi, por ejemplo. El jurado presidido por Jeremy Irons se rindió tanto a la tradición de la Berlinale como a la evidencia y colocó en el altar a una película que más allá de tratar la pena capital quiere acercarse al conflicto moral que siempre plantea obedecer una ley que, por la razón que sea, se considera, se cree y se sabe injusta. El punto de vista que propone Rasoulof es no tanto el de la víctima como el del verdugo. ¿Puede un régimen obligar en este caso a sus súbditos antes que a sus ciudadanos a cumplir con lo que queda reducido al trámite administrativo de matar a una persona? ¿Puede acaso la muerte ser simplemente eso: un documento certificado? ¿Dónde se coloca el límite de la libertad y dónde el de la justicia?
Digamos que de las cuatro historias que componen la cinta del director de la impecable A Man of Integrity, la primera es la que da la pauta y la que, en verdad, señala el camino de lo que, finalmente, el resto de la película no se atreve a hacer ni a ser. En ella, una hombre se deja llevar por la cotidianidad de una vida adecuadamente feliz, anónima a fuerza de despistada. Y así hasta el momento en el que pulsa un botón, una simple y vulgar acción que asegura su vida y la de los suyos. ¿Pero hubo alguna vez un gesto inocente? El problema es Especialque acto seguido la película se ritualiza, se acerca al melodrama y, en definitva, pierde profundidad y capacidad de hacer daño. Pero para entonces el mensaje ya está claro y ¿cómo no premiar lo obvio? Sea por tradición sea por el director ausente sea por la dureza de lo obvio.
¿Justo? Y aquí, como los senderos de Borges, se bifurcan. Resulta extraño, cuando no incomprensible, que dos de las mejores películas proyectadas (si no simplemente las mejores) hayan quedado completamente fuera. NI Days, de Tsai Ming-Liang, ni First cow, de Kelly Reichardt, aparecieron. Que se olviden los dos trabajos que mejor definen el empeño renovador de la edición número 70 de la Berlinale desconcierta. La primera de ellas por suponer el mejor regreso imaginable del maestro taiwanés tras años de silencio. Y por elegir precisamente Berlín en vez de, por ejemplo, Cannes, su lugar natural. En el segundo caso el motivo de la sorpresa es similar. Nadie mejor que la directora americana ha sabido aunar la tradición del cine del que viene con la necesidad del cine que viene. Recuérdese, es un ‘western’, pero del revés.
El resto del palmarés se antojó un ejercicio de equilibrismo para lo que ya estaba cojo. O sólo ciego. Never rarely sometimes always, de Eliza Hittman, fue la elegida para ocupar el puesto del Gran Premio del Jurado. Y de ese modo completaba un incomprensible doblete. Exactamente con el mismo galardón salió de Sundance. Fea imagen para el festival encargado de arrancar el año. La fría y emotiva disección de la vieja de dos adolescentes al fondo de todas las noches merecía más. Pocas veces el cine se ha acercado de manera tan cruda tan inteligente tan visceral a no sólo el aborto sino a la estructura entera de la sociedad patriarcal que lo condena, lo ensucia, todo lo enferma. Qué gran Oso de Oro perdido.
Al arrancar el festival, Jeremy Irons dejó claro que se arrepentía de sus declaraciones pasadas tanto en contra del aborto como contra matrimonio gay. Digamos que su arrepentimiento no ha ido tan lejos para premiar a una película de amor gay (Days) o colocar donde debía a otra sobre el aborto (la de Hittman). Pero esto último son sólo ganas de enredar.
En lo que hace a todo lo demás, poco que discutir. A estas alturas los errores son demasiado grandes. Hong Sangsoo fue señalado como el director a señalar y ¿quién se resiste? The woman who ran es otro proverbial trabajo sobre el sentido mismo de la depuración. Y sobre la mujer. Y sobre el tiempo. Y sobre la condición humana. Es cine minimalista donde cada segundo se descubre por necesidad esencial. Con el tiempo habrá que crear una categoría para el director coreano y, así, con cada uno de sus trabajos otorgar el premio Hong Sangsoo a Hong Sangsoo. No hay más remedio.
Que Elio Germano se llevase el premio a mejor actor por su volcánico trabajo en Volevo nascondermi, de Giorgio Diritti,resultó no sólo lógico sino, como la propia interpretación, ‘sobrelógico’. La caracterización del pintor Antonio Ligabueque hace el intérprete que ya dispone de un premio en Cannes es tan exageradamente fuera de norma que sólo da para dos opciones: premiarle o retirarle la palabra. Y lo segundo es una exageración. Elio es majo. A su lado, desde una posición casi opuesta, Paula Beer se convirtió en la actriz de este febrero por su enigmática mirada. A Beer le basta con mantener los ojos abiertos para convertir Undine en la cinta más provocadoramente fantástica de su su director Christian Petzold. La jugada de sustituir a Nina Hoss (musa hasta hoy del cineasta alemán) promete muchas alegrías.
Y ya para el final, ver a la delirante comedia Effacer l’historique,de Benoit Delépine y Gustave Kevern, con la estatuilla especial por ser ésta la edición número 70 resultó, sin duda, divertido. Y acertado, por qué no. Al menos mucho más correcto que el premio por la fotografía para DAU. Natasha, de Ilya Khzhanovskiy. Se antoja extravagante que uno de los proyectos cinematográficos (ésta es sólo una de las 13 películas exageradas sobre el exagerado poder estalinista) más dementes, megalómanos y brutales del cine contemporáneo se vaya a casa con la mención de la fotografía. Es como premiar a Mandela por el color de sus camisas. Que nadie dice que no deba hacerse, pero su verdadero mérito es otro. Y con esto nadie quiere comparar al líder sudafricano con nadie... Basta.
Quedó, pese a la más que notable competición oficial, un palmarés a la antigua usanza. Quien en el futuro vea las películas premiadas y crea que eso fue la Berlinale 2020 se equivocará. Se premió lo bueno, que no lo mejor.
LISTA DE PREMIOS
Esta es la lista de los principales galardones, tanto oficiales, del jurado presidido por el actor británico Jeremy Irons, como de los llamados jurados independientes paralelos: Oso de Oro: "There is no Evil" ("Sheytan vojud Nadarad"), de Mohammad Rasoulof (Alemania, Irán) Gran Premio del Jurado:"Never Rarely Sometimes Always", de Elizza Hittman (EEUU) Oso de Plata a la mejor dirección: Hong Sangsoo, por "The Woman Who Ran" ("Domangchin Yeoja"). Oso de Plata a la mejor actriz: Paula Beer, por "Undine"" (Alemania) Oso de Plata al mejor actor: Elio Germano, por "Volevo Nascondermi" (Italia) Oso de Plata al mejor guión: "Favolacce", de Fabio y Damiano D'Innocenzo (Italia) Oso de Plata a la contribución artística:"DAU/Natasha", de Ilya Khrzhanovsky y Jekaterina Oertel (Alemania, Ucrania, Reino Unido, Rusia) Oso de Plata especial de la 70 edición: "Effacer l'historique", de Benoït Delépine y Gustave Kervern (Bélgica, Francia) Mejor filme de la sección "Encounters": "The Works and Days", de C.W. Winter y Anders Edström (EEUU, Suecia, Japón, Reino Unido) Premio del Jurado de la sección "Encounters": "The Trouble with Being Born", de Sandra Wollner (Austria, Alemania) Mejor dirección de la sección "Encounters": Cristi Puiu por "Malmkrog" (Rumanía, Serbia, Suiza, Suecia) Mención especial de la sección "Encounters": "Isabella", de Matías Piñeiro (Argentina) Mejor Documental: "Irradiés", Rithy Panh (Francia, Camboya) Premio a la Mejor Ópera Prima: "Los conductos", de Camino Restrepo (Colombia, Francia) Oso de Oro al mejor cortometraje: "T", Keiha Rae Witherspoon (EEUU) Oso de Plata del Jurado al cortometraje: "Filipiñana", de Rafael Manuel (Filipinas, Reino Unido). Premio del Jurado Sección Generation 14Plus: "Meu nome é Bagdá", de Caru Alves de Souza. Oso de Cristal al mejor cortometraje de Generation: "El nombre del hijo", de Martina Matzkin (Argentina). Gran Premio del Jurado Internacional Generation KPlus: "Los lobos", de Samuel Kishi Leopo (México). Premio Amnistía Internacional: "Weolcome to Chechnya", de David France (Rusia). Premio del Jurado Ecuménico: "There is no Evil", de Mohammad Rasoulof (Alemania, Irán. Premio de los Lectores de "Der Tagesspiegel": "Chico ventana también quisiera tener un submarino", de Álex Piperno (Uruguay). Premio de la Crítica Internacional, FIPRESCI, en la sección oficial: "Undine", de Chistian Petzold (Alemania). Premio de la Crítica Internacional, FIPRESCI, en la sección "Encounters": "A metamorfose dos pássaros", de Catarina Vasconcelos (Portugal). Premio Teddy al cine LGTB, mejor largometraje: "Futur Drei", de Faraz Shariat (Alemania). Premio Teddy al cine LGTB, mejor cortometraje: "Ensayo de una despedida", de Agustina Comedi (Argentina).