Cine

Woody Allen: “esta horrible pandemia lo ha estropeado todo”

Un cineasta genial.

FERNANDO MUÑOZSAN SEBASTIÁN, ESPAÑA

Woody Allen se inventa en «Rifkin’s festival» un certamen lleno de cine clásico y de amar­ga nostalgia y lo trae a San Se­bastián, donde lo rodó el pasado verano y donde ayer, entre mas­carillas, geles y aforos reducidos, parecía que la realidad estaba en la pantalla y la ciencia ficción en las butacas. El propio director tu­vo que presentar la película por videollamada. «Estoy emociona­do de poder hablar desde Nueva York, desde mi casa», dijo el ci­neasta, que a sus 84 años no pue­de asumir el riesgo de venir a Es­paña, por mucho que asegurara que se le «partía el corazón» por no visitar la ciudad en la que se re­fugió el pasado verano.

En cualquier caso, ayer Wo­ody Allen estaba en San Sebas­tián a través de la pantalla igual que la ciudad está en cada plano de su nuevo filme, que además in­augura la 68 edición del Festival de San Sebastián. «Rodé antes en Barcelona y en Oviedo, que me encanta esa zona. Así que me pre­gunté dónde podía rodar de nue­vo en España y recordé lo bonita que es San Sebastián, que había estado antes, y al pensar en la ciu­dad, pensé el festival. Y ahí sur­gió todo», resumió sobre el origen de «Rifkin’s Festival», que narra el ocaso de un matrimonio (Gina Gershon y Wallace Shawn) que viaja al certamen y en el que ella se enamora de un director fran­cés y él se prenda por una atracti­va doctora interpretada por Elena Anaya.

«Solo puedo decir que he pasa­do muchas décadas rodando en Nueva York, en Europa y en Ho­llywood, y tengo muchas anéc­dotas y mucha información. Fue fácil escribir el guion», relató Allen sobre el origen de la trama, para deleite de los presentes.

Encerrado en casa «Esta horrible pandemia lo ha es­tropeado todo», se lamentó el ve­terano autor, que por mucho que se mantenga en activo con esa idea de rodar una película por año, y por mucho que la jubila­ción no ronde su cabeza - «mori­ré en el plató o rodando», dijo ha­ce un año en esta misma ciudad-, ha tenido que vivir estos últimos meses confinado. «Tengo ideas y las quiero convertir en películas. Me aburro si me quedo a pasear por casa, que es lo que hecho du­rante la pandemia, errar por casa y practicar con el clarinete. Tengo un guion acabado y una obra de teatro escrita, pero no quiero se­guir acumulando cosas: mientras me respete la salud, seguiré tra­bajando», aseguró.

De esa hiperactividad han sur­gido películas recientes como «Día de lluvia en Nueva York» o «Wonder Wheel», de las que sus protagonistas han renegado. In­cluso Kate Winslet comparó a Allen con Polanski, pese a que nunca ha sido condenado: «To­das las actrices con las que he tra­bajado son grandes intérpretes, pero no conocen la situación lo suficiente. Quieren hacer lo po­líticamente correcto, pero no sa­ben la situación real antes de hablar. Si investigaran más no di­rían lo que han dicho de mí. Se ha investigado muchas veces y siem­pre se desestima», lamentó.

Amante de los clásicos Entre tanto, el festival que Wo­ody Allen ha ficcionado en la gran pantalla se convierte ahora, en contraste con la realidad, en un lugar idílico al que trasladar­se lejos de mascarillas. Sobre ese cine clásico que homenajea en el filme, con figuras como Buñuel, Truffaut, Fellini o Bergman, de los que incluso «imita» sus esce­nas más populares, Woody Allen se esmera en responder con pa­sión: «Los maestros del cine eu­ropeo fueron una gran influencia para el cine de Estados Unidos. Hoy siguen siendo clásicos, al igual que las grandes obras de Li­teratura lo son, pero no creo que haya una razón para no pensar que los grandes cineastas de hoy no estarían a la par que los maes­tros del pasado», aseguró.

«Crecí viendo películas euro­peas, entre ellas alguna española, y eran maravillosas. He trabajado aquí varias veces y es uno de los países que más ha contribuido al cine europeo», aduló el neoyor­quino a los presentes .

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