Una vanguardia del cine japonés
Una de sus películas que es considerada una Obra Maestra y estrenada en el 1953, se titula “Cuentos de Tokio”. Donde nos narra la historia de dos ancianos que han vivido toda su vida en el área rural de su país y acuden a la gran ciudad de Tokio para ver a sus hijos; pero el contraste de una vida pueblerina con la metrópolis crea un abismo generacional y de desencuentro que va minando su espíritu; por lo que lo único que aspira un padre anciano es el amor y la comprensión de sus hijos y nietos.
La película comienza cuando una pareja de avanzada edad, deciden ir a ver a sus hijos desde Onomichi un pequeño pueblo japonés hacia Tokio; porque uno de ellos (la madre) está enferma y presiente que su muerte está muy cerca y su gran deseo es estar con sus hijos. Sin embargo, estos están ocupados con la agitada vida que se lleva en ciudades como Tokio, y apenas les dedican el tiempo que sus ancianos padres necesitan. Solamente su nuera viuda Noriko (Setsuko Hara) les dedica tiempo y se empeña en tratar de complacerlo; pero el alma noble de estos ancianos solamente se llena con amor y ternura de sus vástagos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad japonesa sufrió cambios estructurales y fueron asumiendo costumbres y llevando una vida más occidentalizada, lo que trajo un choque de civilizaciones, con una nueva generación que ha conseguido industrializar una sociedad que para nuestros viejos no existe el tiempo suficiente para darle toda nuestra atención.
Nuestro afamado director utiliza la cámara estática para que podamos contemplar ese momento, cuando nuestros “viejitos” están solos, mirando hacia el horizonte, como una forma de poder interpretar ese silencio, y adentrarnos en nuestro interior, para recordar sobre nuestros actos buenos y malos, realizando así, un pasaje de nuestras vidas. La niñez, la juventud, la adultez y la muerte. Es el ciclo de la vida. Es por ello, que lo único que necesitan es amor para poder partir a lo desconocido.
Esta obra es una lección a nosotros mismos cuando llega el momento de la vejez. Esta parte de nuestras vidas que el cuerpo se cansa; pero el espíritu y la madurez vivida, podrá ser de enseñanzas para nuestros hijos y nietos. Sin embargo, hay veces que no son comprendidos, y les dedicamos más tiempo a nuestras agitadas vidas, sin hacer una parada para poder saborear la sabiduría que nos rodea. Eso quiso plasmar nuestro afamado director para comprender la esencia de la vida en esta etapa del ocaso.
Las actuaciones son excelentes por la manera pausada y lenta que Yasujiro Ozu quiso presentarnos. Prácticamente hay un solo movimiento de cámara en toda la película; para que podamos sentir ese silencio donde viene a decirnos más cosas que cualquiera pueda imaginarse. Es ese poder de la quietud donde nos permite reflexionar y comprender todo lo que nos rodea; porque al fin y al cabo cuando llegamos a la vejez, aunque los hijos se olviden, siempre hay espacio de orar por ellos.
“Cuentos de Tokio” es una producción aleccionadora entre el amor de padres e hijos, lo cual se ha convertido a través del tiempo, en un ente referente del cine clásico japonés.
CURIOSIDADES
Filme
El tema en la película incluyen la ruptura y la occidentalización de la tradicional familia japonesa después de la Segunda Guerra Mundial y la inevitable ruptura de unos niños que crecieron separados de sus padres.
La película tiene lugar en la Japón de la posguerra (1953), pocos años después del nuevo Código Civil de 1948, que favoreció el crecimiento del país hacía ideales capitalistas occidentales, a la vez, que trajo la destrucción simultánea de tradiciones más antiguas, tales como los valores de la familia japonesa.
En 1953 es estrenada en Japón, sin embargo, no ganó reconocimiento y fue considerado “demasiado japonesa” para ser comercializada. Más tarde, en 1957, se proyectó en Londres y un año después, ganó la primera edición de Sutherland Trophy, recibiendo elogios de los críticos de cine de Estados Unidos, después de que se proyectara en la ciudad de Nueva York en 1972.
En 2012, fue elegida como la mejor película de todos los tiempos en una encuesta a los directores de cine de la revista Sight & Sound.
Yasujiro Ozu consideró, “Cuentos de Tokio”, como uno de las cintas más melodramáticas de su filmografía.