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RESUMEN

Un punto de vista artístico a las obras teatrales

En las líneas que siguen, intentaré ofrecer un panorama general, que dé a conocer una mirada sobre lo mas logrado del teatro dominicano que hemos visto, un año extraño, según mi punto de vista. Evidentemente y por juicios obvios no están en esta lista todas las que deberían estar ya que no puede ver todo lo se presenta en el año. Pero, considero que he elegido las más logradas, y las que merecen la gloria de figurar en esta antología.

Por razones indicadas brevemente el orden, es secundario y no expresan preferencias, aquí les dejo el listado de las obras que por uno o varios motivos me hicieron seguir creyendo en el lenguaje extraordinario de la teatralidad.

1. Eulogio Badía. Creación, dirección e interpretación de Donis Taveras. Probablemente si Taveras fuera un creador del montón, o incluso un poquito más, estaría ahora sumido en el más espeso ostracismo, pero es un auténtico genio de teatro superando una visión ramplona del realismo, su pieza tiene la grandeza, el ritmo, la construcción de sentido, la poesía, la perfección formal de un maestro. No se siente vinculado a ninguna estructura ni corriente teatral tradicional, aunque utiliza con frecuencia los recursos clásicos, pero no de manera académica. La pieza es también una defensa de la libertad creadora del artista frente a los dictados del poder o del mismo gremio teatral dominicano que no lo entiende ni comprende, hay que respetar y quitarse el sombrero frente al creador, su vacilaciones, tanteos y búsquedas. El artista no es una máquina que fabrica poiesis a gusto de los que le rodean y solo podrá serlo cuando goce de una auténtica libertad y desde mi punto de vista crítico con Eulogio Badía considero que Donis Taveras lo ha logrado. Todos necesitamos en esta vida sentirnos bien.

2. Sin zapatos no hay paraíso (título original: Dos perdidos en una noche sucia) de Plinio Marcos. Dirección: Pepe Sierra. Bautizada con un título impuesto para nada atractivo. Pero al ver, la fenomenal puesta en escena, se te olvida el título y te centras en su propia historia desde que comienza, que es el material del que se construye las situaciones y tensiones de esta obra, la cual alcanza el equilibrio perfecto entre lo espontáneo y lo preciso, entre el fluir de la vida.

Con una impecable dirección y con las sobresalientes actuaciones de Richarson Díaz y Vicente Santos. Sin zapatos no hay paraíso es algo más que un homenaje al buen teatro realista latinoamericano. Expresivamente está llena de sugerencias y tiene una personalidad propia al margen de los modelos, aunque la mecánica externa recuerda tantas veces a los maestros Virgilio Piñera y Nelson Rodrigues. Es una propuesta interesante, con pleno derecho para ser inscrita en una antología del teatro contemporáneo dominicano y en un lugar destacado.

3. Correr para volar de Teatro Utopía (Santiago de los Caballeros). Dirección: Francisco Noulibos. La puesta en escena de Noulibos, es muy rica y atractiva porque todos estos temas de mujeres se entrelazan, se cruzan y reaparecen bajo distintas formas, a través de un pequeño detalle o una alusión cuando pasan a primer término. Su director ha conseguido una unidad y coherencia interna, y a pesar de la multiplicidad y complejidad oculta. Lo que no ofrece dudas, es el óptimo funcionamiento que la pieza asegurada al público que principalmente va dirigido. Pues, en cualquier caso, los problemas de las mujeres de hoy, sus sueños de gloria, éxito o un mundo mejor (se expresan bien, sea a través de sus estados, el tiempo, la aventura de un imaginario súper hombre o el amor) y la necesidad angustiada de discurrir por la obligación cotidiana mediante un estupefaciente liberador de la rutina y el esfuerzo (que ellas encuentran mientras corren en un maratón), no difieren gran cosa de las muchísimas mujeres. El mérito de esta extraña pieza radica en sus tres actrices Astrid Gómez, Nairelis Ureña, Raquel Rodríguez y en su dirección que han sabido presentar todo ello, en un agradable resultado teatral que se agradece.

4. El Ingrediente Secreto (título original: un guion a cuatro manos) de Eduardo Viladés. El director/productor Ramón Santana sabe cómo contar una historia con gancho y hacerla atractiva en sus diálogos irónicos. Sorprendente está Georgina Duluc quien ha ido creciendo como actriz en su papel de Encarna y suprema también está Judith Rodríguez, ambas encarnan casi todo el peso de la puesta. El personaje de Josué Guerrero está correcto y funciona muy bien. El Ingrediente Secreto, es una sátira crítica a la hipocresía moral de la sociedad del espectáculo. A muchos directores quizás en este momento les falta ese ingrediente para dirigir, por esta razón Santana, se constituye hoy en día, en uno de los pocos directores jóvenes más interesante de la escena teatral dominicana actual. No se puede negar que estamos ante una pieza teatral bastante lograda, que gusta al público, a la crítica, y que el teatro dominicano y la comedia alternativa no sólo se consolida, sino que se va perfeccionando prometedoramente.

5. Circulo Violeta de Isen Ravelo. Es una obra generadora de constante reflexión. El teatro dominicano ha ganado con obras como esta, se transciende así mismo y adquiere categoría de carácter preventivo y de denuncia. En consecuencia, bueno será concluir recordando que el Circulo Violeta nunca se cierra queda abierto, es pertinente que más de esta dramaturgia se siga escribiendo, por el coraje con que afronta un tema sociocultural de tan ardua y acuciante actualidad, y por el vigor con que su escritor/director ha sabido reflejar una realidad. Si hay que preocuparse para que esto no siga sucediendo en Dominicana y ninguna otra parte del mundo.

6. El cepillo de dientes de Jorge Díaz. En resumen, una puesta más que aceptable con momentos de alta calidad en lo que su director vuelve a dar una soberbia lección de dirección, con un texto adorable que se dedica a cuestionar al hombre y la sociedad, a través del humor y que contó con unas actuaciones de Cindy Galán y Patricio León para recordar. Manuel Chapuseaux que hizo glorias pasadas con el Teatro Gayumba y fue reconocido como el gran maestro del teatro dominicano. Es el mismo que ahora realiza obras de encargo comercial con finales felices y bobalicones. Igual que para sus criaturas teatrales, lo importante es seguir; posiblemente aún no haya dicho su última palabra.

7. A la espera de Elizabeth Ovalle. La directora y dramaturga ha repetido en su escritura hasta la saciedad que el problema que más le apasiona en toda su dramaturgia, es el de la lucha entre la libertad verdadera y la libertad aparente. Hasta ahora nuestra creadora ha salido airosa de las confrontaciones gracias a su calidad, su rigor y su honradez dramatúrgica, su A la espera es merecedora del Premio Nacional de Dramaturgia Cristóbal de la Llanera, se inscribe dentro de esa línea sostenida por la autora de fidelidad a sí misma, proyectada de nuevo en la conducta de los personajes de su ficción. Elena y Marisol, dos mujeres, que entre risas canciones, bailes y lágrimas cuentan sus vidas. Ellas se convierten en presa fáciles del engaño, por una mujer que realiza la trata de personas, y Marisol la más ingenua es llevada engañada hacia otro país a ejercer la prostitución, desencadenando hechos y sucesos que dan al traste con la violencia de género.

8. Casi normales (título original: Next to Normal), escrito por Brian Yorkey con música de Tom Kitt. En una sociedad como la que vivimos donde todo resulta tan importante como ser “normales” donde aparentar la perfección, se hace a veces apremiante. La trama es sencilla: cuenta la historia de una ama de casa que, después de un fatal suceso en su etapa de juventud, desarrolló un trastorno bipolar que la ha acompañado por más de dieciséis años. Este musical rock ha sido merecedor de dos Premios Tony (2009), y además de contar con el Premio Pulitzer (2010). La propuesta de Joyce Roy está bien contada, tiene buena escenografía y una agradable puesta en escena, música en vivo, pero es desigual. Desigual porque su director, que es un creador y amante de los musicales, no ha querido decidirse ni por el melodrama, ni por el drama de contestación moral y quizás su mayor debilidad radica en que tal vez, pudo haber alcanzado un elenco más profesional y no tan aficionado con el que trabajó.

9. Mal de Amores producido por Casa de Teatro. Es un entremés teatral/musical que une a la destacada la cantante Diomary la Mala y al gran Freddy Ginebra, mientras ella canta, Freddy cuenta historias, anécdotas, vivencias de amor y desamor de una manera hilarante, que a todos les encantará escuchar por su capacidad narrativa, musical y entretenida a la par, integrando su calidad, su sencillez, sus connotaciones humorísticas y por su sensibilidad en la sobresaliente interpretación de la voz de Diomary la Mala y por un siempre genial narrador como lo es Freddy Ginebra.

En el panorama infantil solo podemos hacer mención especial:

Error de la Compañía de Teatro de Títeres Ángeles de Trapo de España. Puesta en escena e idea conceptual de Wagner Gallo Atalla, llena de sinceridad tanto para los aspectos formales de los elementos que integran lo visual como la utilización de objetos y títeres de mesa, escenografía, vestuario, recursos visuales pasando por el diseño sonoro-visual.

Sobre todo, la entrega histriónica entre el titiritero y su relación con el títere que supo articular con eficacia, las orientaciones de la dirección que, con poco, logra mucho, es decir, hay ritmo en las escenas, equilibrio escénico a lo que debían dar o articular una marcada intención dramática que sumo maestrías hacia lo que el espectador esperaba recibir desde el escenario. Y que, desde aquí, le sabemos agradecer.

Sin zapatos no hay paraíso.

Cepillo de dientes.

El ingrediente secreto.

Casi normales. ARCHIVO LD

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