Conciertos

ALEJANDRO FERNÁNDEZ

Alejandro Fernández: El alma ranchera navega jubilosa hasta las costas del Caribe dominicano

Ramón AlmánzarSanto Domingo, RD

El mariachi lo lleva en la sangre. Lo heredó de su padre bueno, don Vicente Fernández. También de su México lindo y querido, país que sembró las raíces ancestrales de este género musical a finales del siglo XIX, que lo vio crecer a partir de 1910 y que registró su indetenible incidencia a través de las películas a mitad del siglo XX. Su último cantante de linaje, Alejandro Fernández, donde quiera que va lo interpreta con orgullo, a todo pulmón, a la altura de un canto patrio, como pasó la noche del sábado en Hard Rock Hotel Punta Cana.

El Potrillo se agigantó ante un público eufórico, al que le tiró 40 dardos al corazón durante dos horas y media de concierto de un repertorio que incluyó 25 canciones popularizadas por él, 10 que heredó de su padre Vicente Fernández, tres del cancionero popular de la tierra del tequila, dos en homenaje al fenecido José José y una ñapa inmortal: “Puño de tierra” (dadas a conocer por Antonio Aguilar o Ramón Ayala).

Fernández, de 48 años, hizo en este rincón caribeño un recorrido por sus éxitos que van entre el pop y la ranchera, aunque fueron estos últimos los que pusieron el picante en la tierra de la bachata y el merengue.

“Siempre he presumido que Santo Domingo fue el primer país que me abrió las puertas internacionalmente y le tengo un cariño impresionante y realmente importante dentro de mi corazón”, expresó sonriente antes de empezar a cantar sin parar desde las 10:00 de la noche.

Llegó hasta Punta cana para celebrar una carrera que ya llega a 25 años ininterrumpidos, muchos de ellos al amparo de su padre.

Entre don Vicente y su hijo siempre hubo, y hay, complicidad.

La canción “Mátalas”, que en Hard Rock retumbó en un coro colectivo, en principio fue grabada por Vicente, pero Alejandro la escuchó y se la pidió para su disco ranchero “Niña amada mía”, de 2003.

“El Potrillo”, quien debutó oficialmente como solista el 30 de marzo de 1992, se tornó un artista imprescindible entre los dominicanos a partir de 1995 cuando grabó su cuarto disco “Que seas muy feliz”, en el que se incluyó “Como quien pierde una estrella”, interpretada aquí con su garganta de oro y que definió como su canción más importante.

“Quiero que no la canten, que la griten”. Y así resonó en el salón Fillmore el coro colectivo.

Un año después, en 1993, vendría “Muy dentro de mi corazón”, en el que figura el tema “Nube viajera”, incluido sin vacilaciones en su presentación en Hard Rock, en el concierto bajo la producción local de Saymon Díaz.

Su popularidad en República Dominicana se acentuó en 2001 cuando se conoció “Sin tantita pena”, otro cantado a coro de los presentes el sábado en Punta Cana.

Muchos dominicanos recordarán un año después, 2002, la histórica presentación en la Fortaleza Ozama de Santo Domingo junto a su padre como parte de su gira “Lazos invencibles”.

El dominicano que no estuvo ahí jamás sabrá lo que es una química perfecta entre un padre y un hijo en un escenario.

Terminaron en un tequila y un mariachi sin fin. Después es que vendrían otros imborrables títulos en boleros y pop como “Me dediqué a perderte”, “¿Qué voy hacer con mi amor?” y “Canta corazón”, que el público en Punta Cana también se las cantó como si nada.

La buena nueva que alegrará a su padre es que “El Potrillo” graba en la actualidad un nuevo disco de rancheras y es evidente que su carrera va a terminar por esos rumbos de orgullo mexicano.

Ya hay un adelanto: “Caballero” su más reciente tema ranchero que en su canal de Youtube lleva casi siete millones de visualizaciones y aunque en República Dominicana aun no es popular, en Punta Cana logró la aprobación colectiva, a juzgar por los aplausos y vítores recibidos.

CANCIONES

Mexicanas.

En su andanada ranchera ante los tres mil dominicanos y extranjeros presentes, El Charro empezó junto a su docena de músicos mariachis un repaso por las canciones emblemáticos de su tierra: “Guadalajara”, “Ay Jalisco no te rajes” y “México lindo y querido”.

Los aplausos aprobaron este popurrí.

Feliz.

“De verdad no saben lo impresionante que se siente estar arriba de un escenario y poder cantar tu música fuera de tu país y que la reciban o que la canten como si fuera propia, muchísimas gracias”, manifestó con una sonrisa de oreja a oreja.

El charro Fernández.

Lució sobrio a pesar de que se daba sus “petacazos” de vez en cuando, mantuvo a un público al vilo de las emociones.