CONCIERTO
Alejandro Fernández en Punta Cana canta sin parar 40 temas y uno de ñapa
Alejandro Fernández no se anda con paños tibios ni marcha a prisa cuando sabe que se va a presentar en República Dominicana, el primer país que le abrió las puertas en el extranjero, según él mismo confesó, y al que le canta de sobra cuando anda por estos lados, como sucedió la noche del sábado en Hard Rock Hotel y Casino Punta Cana, donde cantó 40 temas y uno de ñapa durante dos horas y media de concierto.
"El Potrillo" se agigantó ante un público eufórico, que cantaba a coro sus canciones de un repertorio que incluyó 25 canciones popularizadas por él, 10 que heredó de su padre Vicente Fernández, tres del cancionero popular de su "México lindo y querido", dos en homenaje a José José y una ñapa inmortal: "Puño de tierra".
Alejandro Fernández, de 48 años, hizo en este rincón caribeño un recorrido por sus éxitos que van entre el pop y la ranchera, aunque fueron estos últimos los que pusieron el picante en la tierra de la bachata y el merengue.
"Siempre he presumido que Santo Domingo fue el primer país que me abrió las puertas internacionalmente y le tengo un cariño impresionante y realmente importante dentro de mi corazón", expresó sonriente antes de empezar a cantar sin parar hasta dos horas y media después (inició a las 10:00 de la noche).
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AMARRADO A SU PADRE
Hasta Punta Cana llegó embriagado de las dulces mieles del éxito que borraron de raíz aquella primera vez que cantó en televisión en México y se le salió un gallo de su imberbe garganta. Fue en el programa televisivo de Raúl Velasco. Y a partir de ahí su padre le sirvió de soporte hasta que voló con alas propias y desarrolló una carrera que ya llega a 25 años ininterrumpidos.
En 1976, donde Vicente presentó a Alejandro al público masivo, interpretando “Alejandra” frente a más de 10.000 personas. Con los años, millones de personas más se sumaron, como los que el pasado sábado en Hard Rock aplaudían delirantemente a su charro de los tiempos modernos, herencia de su padre bueno.
Entre don Vicente y su hijo siempre hubo, y hay, complicidad. La canción “Mátalas”, que en Hard Rock retumbó en un coro colectivo, en principio fue grabada por Vicente, pero Alejandro la escuchó y se la pidió para su disco ranchero “Niña amada mía”, de 2003. El padrote accedió con el buen amor de un padre hacia un hijo. Y mire qué toletazo de canción heredó el muchacho.
En un conciertazo como el de Punta Cana era infaltable el homenaje a ese hombre que además de traerlo al mundo, como él mismo dijo, fue ejemplo, confidente, maestro. No fueron una ni dos, sumaron diez las canciones que él escogió del repertorio paterno para compartirlas en este rincón caribeño. Y la aprobación fue unánime.
"El Potrillo", quien debutó oficialmente como solista el 30 de marzo de 1992, se tornó un artista imprescindible entre los dominicanos a partir de 1995 cuando grabó su cuarto disco “Que seas muy feliz”, en el que se incluyó "Como quién pierde una estrella", interpretada aquí con su voz de oro y que definió como su canción más importante.
"Quiero que no la canten, que la griten". Y así resonó en el salón Fillmore el coro colectivo: "Ay, ay, quiero que se oiga mi llanto como me dolió perderte después de quererte tanto; ay, después de quererla tanto, diosito dame consuelo para sacarme de adentro esto que me está matando".
Un año después, en 1993, vendría “Muy dentro de mi corazón”, en el que figura el tema “Nube viajera”, incluido sin vacilaciones en su presentación en Hard Rock, en el concierto bajo la producción local de Saymon Díaz.
Su popularidad en República Dominicana se acentuó en 2001 cuando también grabó en el género ranchero el álbum “Orígenes”, en el que se incluía el sencillo “Sin tantita pena”, otro cantado a coro de los presentes el sábado en Punta Cana.
Muchos dominicanos recordarán un año después la histórica presentación en la Fortaleza Ozama de Santo Domingo junto a su padre como parte de su gira “Lazos invencibles”. El dominicano que no estuvo ahí jamás sabrá lo que es una química perfecta entre un padre y un hijo en un escenario. Terminaron en un tequila y un mariachi sin fin.
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POP Y BOLEROS
Después es que vendrían otros imborrables títulos en boleros y pop como los de la producción de 2004, “A corazón abierto”, a cargo de Kike Santander, y en la que se destacaron “Me dediqué a perderte” (escrita por Leonel García), “¿Qué voy hacer con mi amor?" y “Canta corazón” (de Gian Marco). Estas el público en Punta Cana también se las cantó como si nada.
“¿Cómo vas a dejar lo ranchero? si nosotros somos como el ixtle, como los nopales, como los magueyes, como el chile, somos México”, fue la gran interrogante de don Vicente cuando su hijo en esos años de rebeldía dejó de cantar junto a él y quiso probar en solitario otros géneros de moda como el pop.
La buena nueva que alegrará a su padre es que "El Potrillo" graba en la actualidad un nuevo disco de rancheras y es evidente que su carrera va a terminar por esos rumbos de orgullo mexicano.
Ya hay un adelanto: "Caballero" su más reciente tema ranchero que en su canal de Youtube lleva casi siete millones de visualizaciones y aunque en República Dominicana aun no es popular, en Punta Cana logró la aprobación colectiva, a juzgar por los aplausos y vítores recibidos.
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ESENCIA MEXICANA
En su andanada ranchera ante los tres mil dominicanos y extranjeros presentes, El Charro empezó junto a su docena de músicos mariachis un repaso por las canciones emblemáticos de su tierra, entre ellas "Guadalajara" (de los años 30 del siglo XX), "Ay Jalisco no te rajes" (de la película homónima de 1941) y "México lindo y querido", que Jorge Negrete a partir de 1951 cuando la grabó le dio pasaporte eterno en su voz y la dejó de herencia para sus compatriotas.
"De verdad no saben lo impresionante que se siente estar arriba de un escenario y poder cantar tu música fuera de tu país y que la reciban o que la canten como si fuera propia, muchísimas gracias", manifestó con una sonrisa de oreja a oreja.
Antes de irse, improvisó un homenaje a su compatriota fallecido José José: "No puedo irme del concierto sin antes pedir un aplauso para el maestro que se nos fue, el señor José José. El maestro fue una gran inspiración en mi infancia y en mi carrera, sobre todo". Se le notó sincero en sus palabras y entonó "Nadie, simplemente nadie" y "Vamos a darnos tiempo". El cierre fue con un clásico del cancionero de la música popular mexicana: "Puño de tierra", que él le retituló "Hay que darle gusto al gusto", que Ramón Ayala o Antonio Aguilar convirtieron en inmortal y que reza: "El día que yo me muera no voy a llevarme nada, hay que darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba, lo que pasó en este mundo nomás el recuerdo queda, ya muerto voy a llevarme nomas un puño de tierra".
El Charro Fernández, que lució sobrio a pesar de que se daba sus "petacazos" de vez en cuando, mantuvo a un público al vilo de las emociones más genuinas. Sus canciones conducen de manera natural al quebranto, al lamento, por esa pareja que nos amargó la vida o nos hizo sufrir. O por esa persona que nos hace perder el sueño. Y para colmo él mismo lo puso en práctica cuando provocó todo tipo de escándalos al ahogar sus penas y dolores en esa maldita bebida tan bendita para los sufridos del corazón. Y que al parecer en Punta Cana eran mayoría.