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“Joker”: celebra los antojos de la locura

Joker es una película de este tiempo. AP

Rubén Peralta RigaudToronto, Canada

Arthur Fleck (Joaquín Phoenix) es un perdedor desde la distancia. Cuando no está en casa cuidando a su madre Penny (Frances Conroy), hace girar carteles publicitarios de ventas callejeras en nombre de una agencia de payasos. Su vida es sombría y consiste en ser invisible para los demás y ser maltratado por quien quiera.

Sin embargo, y a pesar de todo lo mencionado, Arthur solo quiere una cosa: hacer felices a las personas. Suceden varias situaciones que eventualmente lo intensificarán a él y a su psicosis: es golpeado y humillado varias veces, pierde su trabajo, el servicio social cierra y con él su acceso a medicamentos; su madre sufre un derrame cerebral y Arthur, en una situación bien específica, toma la justicia en sus manos. Y es allí donde la espiral a la locura inicia.

Arthur, quien es el narrador de la trama, no es una persona confiable, ya que alterna la narración entre su imaginación y su psicosis teñida de realidad. Todo esto es de esperarse si conoces el personaje del Joker. También se espera que la presentación sea extremadamente intensa, después de todo, este es el sello distintivo y el gran arte de Joaquin Phoenix. Todo esto es fascinante y está bien hecho. Con cada minuto que pasa, va más y más profundo, extendiéndose mucho más allá de la zona de confort de la audiencia.

El Joker de Phoenix

El Joker de Phoenix es el último de los últimos, el producto natural de Gotham de principios de la década de 1980 pintado por Phillips, tan similar al New York representado magistralmente por Martin Scorsese en “Taxi Driver”. Una metrópolis masacrada por la suciedad, el desempleo y el crimen, que tiene la mejor perspectiva de mantener el status quo y que se convierte en un personaje real en la película, envolviendo la transformación de Arthur en su oscuridad.

Joker es una película de este tiempo, una que está a la altura y celebra los antojos de la locura, y eso la convierte en una película muy problemática. Porque proporciona un nuevo ícono para el odio, el asesinato y el abuso, con todo un conjunto de legitimaciones. Este comodín es la excusa de proyección perfecta, ya que incluso la más mínima ambivalencia y la última chispa de disgusto por la falta de humanidad al final de la película se ahoga en un baño de sangre, por lo que el personaje aún se celebra como un nuevo dios.

Solo el tiempo nos dirá si podemos atribuirle a “Joker” la etiqueta de obra maestra, marca cada vez más abusada. Por el momento, podemos contentarnos con disfrutar de una obra que logra modernizar, de una manera completamente original, un personaje tallado en la imaginación colectiva.

LO QUE CUENTA Excelente trabajo del guion Hombre solitario.

Desde los primeros minutos, nos queda claro que Arthur no es una persona malvada. El excelente trabajo del guion de Phillips y la interpretación extraordinariamente inversiva de Phoenix, naturalmente nos hace empatizar con el hombre solitario, ridiculizado por todos y con un pasado que es difícil de definir como un eufemismo. Un ser que a pesar de la opresión que tiene que soportar todos los días, tiene un gran sueño: cumplir con las expectativas de su madre enferma y hacer reír a la gente, quizás conquistando un lugar en el programa de televisión de Murray Franklin (un Robert De Niro), quien por el momento solo lo puede mirar en la televisión de su estrecho departamento. Pocas películas van tan bien y tan lejos, permitiéndose tanta repugnancia como “Joker”.

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