Teatro

Arte callejero

Amor y pasión por el teatro llenan de color la Ciudad Colonial

Stuart Ortiz y Ámbar Santana están unidos por amor al arte.

A Stuart Ortiz y Ámbar Santana los une el amor, pero también su pasión por el teatro. Sábados, domingos y en días feriados acuden a la calle El Conde, frente al Palacio Consistorial, para llenar de fantasía las tardes y parte de las noches de quienes transitan por la popular arteria comercial, punto de reunión también de quienes anhelan disfrutar de cinco siglos de historia.

Ellos representan actualmente allí como estatuas vivientes el Hada Madrina y el Príncipe del Conde. “Son personajes pensados para traer belleza a nuestra Zona Colonial que tanto lo necesita y para que la gente se lleve un grato recuerdo de nuestro trabajo”, expresa Ortiz, quien estuvo nominado en el renglón actor del año en los pasados premios Soberano por su protagónico en la obra “Los signos de la carne” del director Haffe Serulle.

“Sobre todo nuestro objetivo es traer diversión a los niños que visitan la zona con estos personajes de fantasía”, cuenta Santana, de 23 años, quien estudia teatro en la Escuela Nacional de Arte Dramático para seguir los pasos a su cónyuge.

Ortiz, de 33 años, explica que en todas partes del mundo existe el arte callejero, una forma de llevar teatro y música a las personas que no pueden asistir a las grandes salas donde se presentan espectáculos artísticos.

Ellos varían sus personajes de acuerdo a la época y se someten a una rigurosa rutina antes de colocarse como estatuas vivientes en la calle El Conde, lo que incluye hora y media solo para maquillarse y aproximadamente igual cantidad de tiempo para retirarlo.

Incurren también en cuantiosos gastos para preparar sus personajes, pues algunos de los materiales que usan los traen del exterior.

Santana comenzó sola allí en 2015, con personajes como la actriz María Montez, las luchadoras independentistas Concepción Bona y María Trinidad Sánchez, la cacica taína Anacaona y la cantante estadounidense de ascendencia mexicana Selena Quintanilla, pero luego su esposo decidió acompañarla y desde hace siete meses representan personajes juntos.

“Yo hacía estatua a nivel privado, pero nunca lo había hecho en la calle, y ella me motivó a hacerlo aquí”, expresa Stuart, quien pidió el apoyo del Ministerio de Turismo para las personas que hacen arte visual en la Ciudad Colonial.

El actor dijo que detrás de cada artista callejero hay personas con una profesión, pero sobre todo con una gran disciplina y amor por lo que hacen.

“La gente piensa que tenemos el apoyo oficial por la vistosidad de nuestros trajes y la inversión que conlleva prepararlos, pero no es así”, indicó el actor que ha sido nominado en tres ocasiones en premios Soberano.

Los esposos precisan que el dinero que aportan los transeúntes de manera voluntaria lo usan para costear su indumentaria y otros recursos necesarios para presentar un trabajo de calidad.

Se conocieron compartiendo en el mundo del teatro, donde desarrollaron una amistad por tres años de “hola y adiós”, pero luego comenzaron a compartir más por el sistema de mensajería whatsapp y terminaron casándose.

Ortiz trabaja desde hace 11 años para la compañía Nestlé en actividades que organizan para niños. La pareja reside en la Ciudad Colonial por los inconvenientes que conllevaría trasladarse desde otro lugar más lejano hasta allí con sus atuendos.

Actualmente, los actores desarrollan también a nivel privado un proyecto de eventos que incluye zanqueros, payasos, animadores, acróbatas, magos y otros atractivos para actividades lúdicas.

Dijo que imita a Duarte, a quien admira, porque quiere acercarlo al pueblo como un paradigma a seguir y para que los valores patrióticos sean enaltecidos en el país.

“Para mí Juan Pablo Duarte representa ese ideal, ese ser humano en que todos los dominicanos y dominicanas debemos reflejarnos”, precisó Martínez, quien aunque estudió teatro, siempre lo ha ejercido en proyectos propios.

Reside en Santo Domingo Oeste y regularmente se ubica frente al Palacio Consistorial, justo al lado de Stuart y Ámbar, también los fines de semana en horario de 3:00 a 6:00 de la tarde.

Las personas que se le acercan mientras permanece inmóvil le dicen frases como “Duarte, muévete de ahí y comienza a sacar a los haitianos”, “¡Oh Duarte!, ven a rescatar esta República”, “Duarte, regresa, te necesitamos”.

Tiene cinco años allí personificando a varios personajes que llaman la atención de los transeúntes.

Con su cuerpo pintado de blanco, recuerda que su primer personaje fue “el soldado inteligente”, programado para matar, pero que al desprogramarse terminó enviando mensajes de paz a los ciudadanos, especialmente a los niños.

Luego Ronald representó como estatua a “Su majestad el alcohol” y con el minero lleva más tiempo porque aunque ha querido sacarlo de escena, el público no se lo permite por el impacto que ha tenido.

“Es un minero que no busca riquezas en la tierra, sino en la mente de los seres humanos, motivándoles a que reflexionen sobre los valores, sueños y ambiciones que se pierden en el día a día”, expresa sobre la esencia del personaje.

Explicó que a través del minero transmite mensajes positivos, motivadores y de crecimiento personal, como una forma de hacerle entender al público que hay otras riquezas invaluables más allá de lo material.

Lamenta que algunas personas desconozcan el valor y la profundidad de este tipo de arte callejero, pues en algunas ocasiones ha sufrido golpes e insultos.

Ronald prefiere la Ciudad Colonial, adonde llega a las tres de la tarde y se marcha hasta que haya personas, porque allí acude un público culto y se siente protegido.

“El motor de este tipo de arte no es el dinero, sino hacer arte en las calles para quienes no pueden acudir a un teatro”, precisa el artista, quien perteneció al grupo de teatro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y es estudiante de término de la carrera Educación Física.

Llega a las 3:00 de la tarde y se mantiene estático hasta cerca de las 8:00 de la noche, una tarea sumamente difícil, porque precisa que “el cuerpo se cansa”.

Cuenta que resiste “por amor al arte y el compromiso de hacerlo cada día mejor”.

El artista indica que su personificación requiere una combinación de gran dominio, control y resistencia.

Las estatuas vivientes de la Ciudad Colonial piden a las autoridades del Ministerio de Turismo apoyo para quienes apoyados en el arte callejero ofrecen a la sociedad mensajes culturales, valores y principios.

Los artistas callejeros se han convertido en un atractivo dentro del espacio urbano más antiguo de la ciudad de Santo Domingo y el primer asentamiento europeo permanente en América, declarada “Patrimonio de la Humanidad”, el 8 de diciembre de 1990, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco).