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“The Front Runner” se deja ver con interés y plantea reflexiones éticas importantes

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Rubén Peralta Rigaud (Colaboración especial)Santo Domingo

“The Front Runner” es la versión cinematográfica del director Jason Reitman de la novela de 2014 “All the Truth Is Out” escrita por Matt Bai. La película es una intensa reflexión sobre la moralidad y el periodismo, el declive público de un hombre, Gary Hart, y su carrera hacia la Casa Blanca. No solo eso: es un punto de vista inusual sobre la relación entre la vida pública y la erosión del concepto de privacidad, a través de una historia que tal vez no era conocida por la mayoría.

En 1988, el senador estadounidense Gary Hart es el ganador anticipado de la nominación demócrata para las elecciones presidenciales. Carismático, inteligente y experimentado, tiene una gran ventaja sobre su rival más cercano. Sin embargo, tras un informe anónimo, unos periodistas del Miami Herald investigan una supuesta infidelidad del candidato estrella.

¿En qué medida la vida de un hombre exitoso puede verse comprometida por una debilidad y amplificada por los medios? ¿Cómo las consecuencias pueden influir en el curso de los acontecimientos, e incluso en la historia de un país?

Los candidatos masculinos para formar parte del gobierno, (no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo) deben dar ejemplo al mostrar una vida privada libre de escándalos, lo que podría socavar la credibilidad del estado. De hecho, no existe tal cosa llamada privacidad. En la vida pública el sexo es presentado como un crimen de la madre naturaleza. Cuando se trata de guerras, conflictos armados y genocidios, en todo el mundo lo miramos con asombro y pena, pero luego olvidamos. Pero cuando el sexo se vuelve público y entra por la puerta principal, el puritanismo judeocristiano recuerda sus mandamientos, incluso para destruir vidas y carreras. Pero nos damos cuenta de que esto ha sido parte de todos los tiempos, ya que el periodismo se ha convertido en un poder número uno en este sentido: insensible, sin piedad, calculador, indiscreto. Pero el cuarto poder está ahí, a veces hipócrita, en busca de lectores ávidos de emociones.

El director Reitman ha construido un trabajo nostálgico de una era del cine estadounidense (la década de 1980) con un conocimiento impecable: presentando una dirección inteligente, basada en excelentes movimientos de la cámara, ubicándola meticulosamente en lugares donde podemos ser testigos de cada gesto, seña y movimiento que al final resultará importante.

Desde una estructura clásica, “The Front Runner” reflexiona mucho sobre las responsabilidades éticas que los candidatos que aspiran a la Casa Blanca en cara a los votantes. Especialmente, como Gary Hart, dirigen su campaña hacia una corrección moral en lugar de una actitud privada que no es realmente translúcida. Así como hacia la responsabilidad que tienen los candidatos hacia todos los colaboradores de su séquito, que anulan su trabajo por cuestiones de cama.

Además, aunque los periodistas siempre se han disculpado por sus intrusiones en la privacidad, diciendo que esto es lo que quiere el público, en realidad muestran que la carrera por el escándalo es una necesidad de los mismos para conquistar al público.

De hecho, y con razón, Gary Hart, tanto como pudo, siempre ha defendido su propia privacidad y siempre ha rechazado la interferencia de los periodistas en sus asuntos personales.

El elenco distingue a Hugh Jackman, que carga con todo el peso emocional de la película y con su fuerte presencia y sirve como narrador involuntario. De los secundarios importantes, Vera Farmiga y J.K. Simmons, hubiéramos esperado algo más, pero al final desaparecen.

La película, sin embargo, tiene un ritmo fluctuante: los momentos de alta tensión se ven amortiguados por la disminución de algunas dinámicas narrativas que frenan sin razón.

Como buen moralista, Reitman no deja que su personaje muera, otorgándole un enfoque honesto de una calidad irreprochable. Excelentes yuxtaposiciones entre documentos de archivo y ficción con los que nosotros, los juiciosos espectadores, seremos testigos de un tiempo que va a un ritmo frenético, que no descuida el ritmo real de la situación.

“The Front Runner” es una buena película, tal vez no entrará en los libros de historia del cine, pero se deja ver con interés y plantea muchas reflexiones éticas importantes.

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