TRIBUTO
Maxlyn Jiménez, el inicio de una estrella
Confieso que mi pasión por el cine me apartó de la música. El editor de un periódico siempre debe estar atento a los acontecimientos que puedan interesar más al lector, sin descuidar ningún género. Pero en los últimos años, he preferido incidir en el cine a pesar de estar consciente de andar entre aguas turbias. Primero porque nací en otro país y aunque soy ciudadano dominicano, siempre alguien con mala leche me va a mencionar que no soy de aquí. Tienen razón los que así piensan.
Pero a mi favor solo diré que me importa más la República Dominicana que el dinero que se puede obtener de ella. Y segundo, porque para que el cine dominicano avance como en sus inicios, tendrá que desaparecer una generación de buscavidas que ha llegado a la maquinaria del poder del séptimo arte para deformar la educación, la identidad, la cultura y el gusto nacional.
Digo esto no por un cargo de conciencia, sino porque he sentido mucha felicidad al asistir al concierto de la joven Maxlyn Jiménez el pasado sábado 20 de octubre en el café-bar “La Espiral” de la Zona Colonial y descubrir en ella a una de las voces más intensas, profundas y originales de la música dominicana.
Ya lo había dicho la gran Xiomara Fortuna en emotivas palabras que antecedieron a la presentación: Van a escuchar a una joven intérprete que me ha impactado mucho en los últimos tiempos.
Acompañada por el grupo musical “Los sancos de palo”, Maxlyn dedicó su primer espectáculo a la música de Rita Indiana Hernández, de quien se considera admiradora.
Más de un centenar de jóvenes abarrotaron el pequeño espacio concertino.
Maxlyn era toda voz, toda ella y la reducida tarima impidió que pudiera desplegar todo el derroche de movimientos escénicos que ella sabe manejar con elegancia y gracia. Pero así todo, ella brilló.
Conocí a Maxlyn Jiménez mientras me dirigía con su madre a casa de José Mármol para una entrevista.
Ella todavía era un inquieto feto que se movía impaciente dentro del vientre materno como queriendo salir al mundo de una vez. Cuando aquello, Emelyn Baldera formaba parte del equipo de “Lectura de domingo” del periódico La Nación, y allí hizo sus pininos en el periodismo.
Esos recuerdos vinieron a mi mente mientras escuchaba a Maxlyn cantar. Por eso dejé que la emoción no cercenara mi lucidez, ni mucho menos mi capacidad crítica.
Maxlyn no solo canta, ni tampoco es artista exclusiva del equipo de músicos que practica la música alternativa.
Ella es también una excelente flautista, arreglista y compositora de múltiples fusiones de diversos ritmos.
Actualmente estudia en el Conservatorio Nacional de Música.
MADRE DE RITA LO DISFRUTÓ
HOMEJANE: Si Rita Indiana Hernández hubiera estado presente en el concierto, habría subido al escenario para abrazar a la joven, henchida de emoción. Sin embargo, su lugar fue ocupado por su madre, quien sentada en una mesa delante de la mía, disfrutaba cada agudo de la joven y se balanceaba rítmicamente en su butaca de hierro ante la acertada musicalidad que salía de los instrumentos.
No perderle los pasos a Maxlyn Jiménez es un deber de todos los que amamos la cultura. Ella ya no es una promesa, sino una madera fina, muy pulida que todavía tiene mucho que hacer vibrar nuestros corazones con su canto.