CINE/COCALECAS
#FineArts: "Los Fantasmas de Ismael” es una buena película redimida principalmente por las actuaciones
El director Arnaud Desplechin había debutado con la película “La vida de los Muertos” (1991) y es allí donde da puntapié a un tema que ha estado presente en su filmografía: "La muerte y sus consecuencias", repitiendo el estilo narrativo nuevamente en “La Sentinelle” (1992), "Kings and Queens" (2004) y “Jimmy P.” (2013).
En cada una de ellas existe un personaje afligido por el fallecimiento de un ser querido y una posterior tortura emocional. Circunstancias similares se presentan en “Ismael’s Ghosts”.
Luego de veintiún años desaparecida, el misterioso retorno de Carlotta (Marion Cotillard) a su esposo Ismael (Mathieu Amalric) causa una extraña revolución en su vida . Su conjeturada muerte nunca fue confirmada, ya que desapareció sin dejar rastros.
Su anciano padre Henri Bloom (László Szabó), no recupera su pérdida, y como director de cine ya retirado, revive en su cabeza posibles formas de desaparición. Esto no solo le causa tormento al viejo director, sino también a Ismael. La subsecuente aparición de Carlotta, traerá ciertas diferencias con Sylvia (Charlotte Gainsbourg), actual novia de Ismael.
A pesar de una narrativa que pudiera confundir, el director Desplechin carece de fuerza narrativa, la misma que se siente repetitiva dado a los saltos de una sub-trama y el pasado de sus protagonistas.
El filme es hermosamente salvado por la calidad de sus tres actores principales.
Los intercambios paroxísticos entre el trio, son hermosos. Cada una de sus interacciones contienen una carga emocional que es transmitida al público.
Sin pecar de melodrama, cada uno de ellos sabe cuál es su rol y sin caer en exageraciones dan lo mejor de su personaje.
Muchos de los diálogos, fundamentalmente los ocurridos entre las dos mujeres, nos recuerdan a Ingmar Bergman (Fanny y Alexander, Persona), por supuesto, ya que algunos de los monólogos ocurren frente a la cámara. Marion Cotillard como Carlotta, le impregna un aire de misterio. Nunca sabemos cuál es su propósito al aparecer así de la nada.
Ella posee una versión de su desaparición, de la cual todos dudamos, lo cual es hábilmente aprovechado por su director. Tiene un aire a espía en una misión.
Ella hábilmente contamina la historia principal, se extiende y se multiplica alimentando nuestra incertidumbre.
Contrasta con la sumisa Sylvia, una Charlotte Gainsbourg que presenta a su personaje algo dócil mas no ingenua, ella conoce el propósito real de la aparición de Carlotta, mas no trata de luchar en contra de él, deja fluir las cosas sin influir directamente en las decisiones de Ismael.
(+)
A DESTACAR
Los momentos de brillantez de la película vienen de su inevitable burla de sí misma: por primera vez, el héroe (Ismael) es el propio realizador, torturado, psicótico y siempre con ganas de huir a Roubaix, ciudad natal de Desplechin. Hay una energía cómica que se revela al final.
La muerte, el amor, la afiliación paternal son todas las piezas clave del rompecabezas que milagrosamente encuentran lugar.
Desplechin tiene en Mathieu Almaric una débil representación de un Guido Anselmi, aquel director atormentado por su próximo proyecto en la película “8 ½” (1963) de Federico Fellini. Ismael (Almaric) es un hombre que no solo vive atormentado por el fantasma de su esposa, sino por la inestabilidad emocional que le dejó su desaparición, misma que no es resuelta con su retorno físico.
El personaje está muy bien construido, pero apoyado inmensamente por las damas que lo escoltan.
“Los Fantasmas de Ismael” es una buena película, que peca de caer en lo monótono, redimida principalmente por las maravillosas actuaciones de sus actores principales, que no solo le dan importancia a lo que vemos, sino que nos hace obviar la subtrama que allí ocurre.
La película forma parte de la cartelera que se presenta en el Festival Internacional de Cine Fine Arts, que se presenta en NovoCentro, Downtown Center y en Santiago, hasta el 14 de octubre.