CINEASTA
Un legado en cine y TV
Fernando Báez deja huellas en camino de vida
Fernando Báez siempre estuvo comprometido por una mejor sociedad. Apasionado del medioambiente, se ocupó de llevar un mensaje en cada historia y de dejar un legado de transformación en cada documental u obra que llevó al cine y a la televisión.
Para el fallecido cineasta, dejar un legado era una de sus grandes herramientas transformadoras del pensamiento, y es lo que creía de los contadores de historias, como llamaba a los cineastas.
“El contenido hay que tomarlo muy en cuenta, sobre todo en los tiempos que estamos viviendo, y que los realizadores de cine somos comunicadores que formamos parte de un proceso evolutivo de la construcción de nuestras sociedades, que debe ser cada vez más justa, moralmente más preparada, más educada, más sana”, expuso durante una entrevista en el programa “Noche de Luz” (canal 7).
Así que se preguntó: “¿Qué estamos haciendo nosotros para aportar?”. Siempre reconoció que recibió críticas por ser muy moralista en sus exposiciones, pero se justificaba porque decía tener el compromiso con la sociedad en lo que hace en su área de influencia.
“De alguna forma debo de aportar con el don que Dios ha puesto en mí para yo motivar los cambios. Exhibir valores y demostrar que hay un contraste entre lo bueno y lo malo. Hay un referente como humano, obligatorio, tenemos una conciencia que nos dice a qué apelar entre lo correcto e incorrecto”.
Para Báez, la corriente de pensamiento que estaba influyendo, actualmente, en la sociedad dominicana estaba siendo difundida por la televisión, el cine y las redes sociales, y la falta de valores habían incrementado la violencia intrafamiliar, la violencia de género y muchos de los males que afectaban al pueblo dominicano, hoy día.
Su historia Fernando Báez Mella nació el 23 de enero del 1957. Fue productor, director y escritor. Hijo del fotógrafo Manuel Báez, provino de una familia de larga tradición cinematográfica. Su abuelo Tuto Báez realizó el primer largometraje 35 mm del país.
Desde niño sintió la vocación de plasmar imágenes, una pasión heredada de generación en generación, y es que su abuelo tuvo diez hijos y todos se dedicaron a la fotografía. Cuando era adolescente debía ganar su mesada revelando y copiando en el laboratorio de su padre, Manuel Báez Pichardo.
A punto de concluir su carrera de Ingeniería Civil, en 1979 recibe un entrenamiento técnico especializado, por profesionales extranjeros que montaron Teleantillas. Fernando encontró pasión en la televisión y es donde descubre su vocación, y el lenguaje de las imágenes pasó a ser de interés fundamental.
Luego pasa a trabajar a Color Visión, en 1980, en donde ocupó puestos en la parte técnica y en la producción. Allí trabajó junto a la argentina Anita Ontivero, en donde lograron que el canal 9 tomara la delantera frente a los demás. En ese entonces escribió el spot que identifica a Color Visión como “La Dinámica”.
En 1985 es contratado por una empresa venezolana, que dio un giro a Rahitel, canal 7, y que dio inicio a la recordada “guerra de las papeletas”. En Rahintel se le encargó el Departamento de Post Producción, y para una mejor eficiencia fue enviado a Estados Unidos a tomar un curso de edición en alta tecnología. “Sabroshow”, “María María”, “Cecilia en facetas” y “Solo para adultos” fueron algunos de los programas que dirigió, para ese entonces.
En 1986 se independizó, formando su propia compañía, Unicornio S.A., dedicándose a la filmación de comerciales y especiales de televisión.
El trabajo de Fernando abarcó muchas facetas desde la fotografía, la televisión, en las áreas técnicas y de producción, la producción de documentales y cortometrajes como los recordados “Imagen Nacional”, auspiciado por una marca de cigarrillo, con los que dio a conocer las bellezas y las riquezas naturales de nuestro país.
También dejó un legado en la cinematografía dominicana. Cuenta con una extensa lista de títulos en largometrajes, documentales, videoclips, campañas comerciales de importantes empresas, especiales y programas de televisión.
De sus tantas vivencias quedó marcado cuando estuvo perdido por dos días, a la deriva, en alta mar, en Samaná, en uno de sus trabajos audiovisuales con las ballenas.
Su ópera prima fue “El rey de Najayo”, en el 2012; en 2013 rodó el documental “El Lago Enriquillo: preludio del cambio climático”; luego las películas “Flor de Azúcar” (2016) y “Misión Estrella” (2017).
Su formación se desarrolló entre la escuela cinematográfica del negocio familiar, entre cámaras y laboratorios de revelado y copiado; seminarios de cinematografía junto a Néstor Almendros, de quien reconoció tener una gran influencia.