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Un punto de vista

El Teatro de SD en pequeños circuitos

La capital dominicana tiene una cartografía teatral integrada por pequeños circuitos cuya dinámica, lógica y rentabilidad varía de acuerdo a cada espacio.

Obra. Una escena de una obra dominicana que se presentó en una de sus salas.

Santo Domingo tiene una cartografía teatral integrada por pequeños circuitos cuya dinámica, lógica y rentabilidad varía de acuerdo a cada espacio.

En primer lugar, la actividad teatral es una actividad que, en apariencia, se presenta diferente a las demás. No obstante, debemos encontrar patrones de comportamiento y conceptos que nos permitan abordarla con criterio y orden.

En este sentido, es fundamental reconocer que, aunque la materia prima del arte sea el intangible de la creatividad, la materialización de esa idea o creación que se vuelca en el dispositivo teatral responde a la dinámica propia de la económica del país.

Es decir, que los presupuestos de la economía como oferta, demanda, valor y costos son aplicables al teatro entendido como un producto, bajo la visión económica de la cultura. Pero, debemos definir el concepto “mercado”, puesto que puede tener muchas acepciones. Por mercado, hablamos de un espacio no físico sino simbólico donde oferta y demanda se encuentran con el objeto de realizar una operación, satisfacer una necesidad.

Además, si entendemos al teatro como un servicio, debemos considerar la cuestión territorial como una plaza a cubrir en todas sus dimensiones.

Pues bien, las artes escénicas responden a esta lógica: una persona se constituye en espectador de teatro motivado por el interés de saciar una necesidad cultural o de ocio. Ahora bien, para entender la dinámica del mercado, debemos coincidir en que el teatro sigue un sistema de tres etapas: producción, circulación y recepción.

La primera es la estructura de mercado de la cual estamos hablando. La segunda responde a la cadena de valor y al modelo de negocios de las artes escénicas. Es necesario la presencia de estímulos y contención por parte de aportes públicos y privados.

A los primeros nos referiremos más adelante, a los segundos, alcance con mencionar que no se institucionalizan a través de ningún programa y que están, regularmente, orientados a la producción y la tercera es a qui va dirigido el teatro que producimos.

Además, la industria Cultural nos dice Adorno que impide la formación de individuos autónomos, independientes, capaces de juzgar y decidir conscientemente. Entonces la industria cultural defrauda continuamente a sus consumidores respecto a aquello que les promete. Pero mi pregunta es la siguiente: -¿Existe una cartografía teatral en RD?

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