GRANDES CLÁSICOS
El planeta de los simios
Pocas cintas han incidido en el público como “El Planeta de los Simios” cuando se estrenó 1968. Con su éxito comienza un legado mercadológico que llevó a los estudios a realizar varias secuelas a principios de la década de los setenta e incluso una serie para la televisión en 1974.
Independientemente de lo anterior, 33 años después, el afamado director Tim Burton realiza una nueva versión que no resultó suficiente para superar en calidad a la original. Sin embargo, diez años más tarde a este acontecimiento, específicamente en el 2011, con nuevas técnicas de efectos especiales, se estrena “El origen del planeta de los simios” con secuelas en el 2014 y el 2017. Sin embargo, de todas ellas, muchos prefieren la versión original, la realizada a finales de la década de los 60’s con el actor Charlton Heston y dirigida por Franklin J. Schaffner.
La manera en que se adaptó a la pantalla la novela de Pierre Boulle, es magnífica y posiblemente nostálgica. La película narra la historia del astronauta George Taylor (Charlton Heston) que junto con la tripulación han aterrizado en un lago creyendo que se encuentran en un planeta lejano dentro de la constelación de Orión. Taylor observa el tablero y marca el año 3978. La tripulación llevaba 18 meses de travesía; pero por la dilatación del tiempo en base a la Teoría de la Relatividad de Einstein, viajando a la velocidad de la luz, este sería el año real.
Los tres astronautas deciden explorar el famoso planeta, y de una manera audaz y rápida, son atrapados y sometidos a la obediencia por una clase de simios que posee una inteligencia superior. Aquí, los humanos son atrapados, encerrados en jaulas y sometido a trabajos forzados. De los tres astronautas, uno es asesinado; al otro le han practicado una lobotomía y a nuestro protagonista principal, logra ser encarcelado tras sufrir una herida en la laringe lo que es impedido hablar.
Dos científicos simios de nombre Zira y Cornelius examinan a Taylor y descubren en él cualidades diferentes a los humanos. Ya en el laboratorio, Taylor escucha que será castrado por órdenes del doctor Zaius por lo que se defiende y escapa hasta que es atrapado y ahí logra hablar diciendo: “Quita tus manos sucias, mono asqueroso”. Aquí se da un punto de inflexión donde convergen puntos de vista sobre una civilización superior a la presente.
La respuesta que encuentra Taylor del porqué estos primates pertenecen a una civilización avanzada no lo satisface del todo. El doctor Zaius, como erudito de la transformación de su raza, le teme a Taylor porque entiende lo que puede suceder si se despierta el nivel de entendimiento y de comprensión de la raza humana, pues pondría en peligro el avance logrado de los primates. Es por tal razón, que el doctor Zaius tiene un solo camino para elegir. Matar a Taylor.
Sin embargo, Zira y Cornelius, como representantes de la ciencia, tratan de buscar también una respuesta, ayudan a escapar a Taylor, mientras este último, escoge a Nova (su compañera para mantener la especie), pero son perseguidos por el ejército de simios hasta la Zona Prohibida. Una vez allí, Taylor atrapa al doctor Zaius como rehén, y ambos logran penetrar en una de las cuevas donde encuentran objetos de una civilización antigua. Taylor le perdona la vida a Zaius si este accede a dejarlo libre. Mientras tanto, surge un diálogo interesante:
Taylor: Aun no me ha respondido doctor, ¿un planeta donde el simio evolucionó del hombre? tiene que haber una respuesta.
Zaius: No la busque Taylor, puede que no le guste lo que encuentre.
En esto, Zira le pregunta a Zaius: ¿Qué encontrará, doctor? A lo que Zaius le contesta: Su destino.
El final es excepcional; porque al fin y al cabo, fuimos nosotros mismos, por nuestro egoísmo y nuestra sed de grandeza que logramos destruir nuestro propio planeta. Taylor se da cuenta que siempre estuvo en casa, en el planeta Tierra, cuando logra visualizar, enterrada, la famosa Estatua de la Libertad diciendo lo siguiente: “Dios mío, he vuelto... estoy en mi casa otra vez, durante todo este tiempo no me había dado cuenta que estaba en ella,... ¡por fin lo consiguieron.. Maniáticos! ¡La han destruido! ¡Los maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Los maldigo!...”
Excelente adaptación de la novela del mismo nombre donde hay que destacar la grandeza del maquillaje a los actores que personificaron a los primates. Para hacerlo se dedicaban largas jornadas. El guion está bien estructurado para el deleite de los cinéfilos.
Curiosidades: 1) MAQUILLAJE. El equipo de maquillaje estuvo integrado por más de 80 artistas de maquillaje, y el presupuesto era una sexta parte del costo de la película.
2) PECULIARIDAD. Todos los actores y extras que hacían de simios y otras razas de monos tenían que conservar sus máscaras y maquillaje puestos durante todo el rodaje, incluso durante las pausas. Por ello, cuando tenían que comer lo hacían usando pajitas y licuando los alimentos.
3) PROTAGONISTA. El doctor Zaius iba a ser interpretado inicialmente por el gran actor Edward G. Robinson; pero debido a las interminables sesiones de maquillaje abandonó el proyecto.
4) TÉCNICA. El director Franklin J. Schaffner utiliza deliberadamente, ángulos sesgados impares y cámaras de mano para crear un efecto desorientador, muy parecido a lo que experimenta el personaje de Charlton Heston en este nuevo mundo.
5) INFLUENCIAS. El éxito de ‘El planeta de los simios’, así como del resto de la saga, una serie de televisión y su merchandising, permitió a la Fox aventurarse a la producción de otras películas arriesgadas de ciencia ficción como ‘Alien’ o ‘La guerra de las galaxias’.
6) PREMIOS. Fue postulada a los premios Oscar en las categorías de mejor banda sonora y mejor vestuario. Ganó un premio honorífico por la calidad del maquillaje. En 1969 no existía esta categoría y es a partir de aquí donde la Academia incluye este nuevo renglón en su categoría de premios.
7) CLÁSICA. En 2001, fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.