CINE
“La resurrección de Cristo”, no es lo mismo… pero es igual
Nos lo habían dicho: no es lo mismo, o sea, que esta “Risen” o “La resurrección de Cristo”, no era la misma memada de otras tantas que se han hecho antes y, lógico, pensamos entonces en “El evangelio según Mateo”, de Pasolini, o en “La Ultima tentación”, de Scorsese, o sea, relatos sobre la vida de Cristo que rompen con lo tradicional en el mejor sentido de la palabra.
Y, en efecto, cuando se inicia este filme de Kevin Reynolds basado en un relato de Paul Aielloe, emergieron de inmediato las diferencias: a Barrabás no lo enjuician junto a Cristo, lo mata Clavius antes. Luego, muy poco después, sepultan a Cristo en una gruta, dejan soldados vigilando, pero el muerto arrasa con todo y se marcha, con lo cual Poncio Pilato ordena a Clavius buscar el cadáver hasta bajo tierra (lógico, ¿no?) y, para que vean, Clavius lo encuentra, lo ve junto a los discípulos, todos bebiendo y comiendo como cualquier vecinos de antes o de ahora, pero con una diferencia: de buenas a primeras, el muerto-vivo desaparece dejando a todos con la bocaza abierta. Pero, ¡ah!, ya había dicho que ellos le iban a ver otra vez, pero un poco lejos, en Canaá, si mal no recordamos, y allí van los doce del patíbulo, perdón, de los evanglios y, ¿saben quién más? Pues nada más y nada menos que Claviuos, porque, claro, no había de ser, él estaba tan sorprendido como los otros, sospechaba algo grande, razón por la cual cuando los doce emprenden camino, pues allá va el tribuno sin siquiera una Coca Cola o un emparedado, ni tampoco unos pantaloncillos de repuesto, que en esa época la ropa interior (y todas) duraban muchísimo.
Y, como era de esperarse, a poco ya andan todos juntos como si fueran los vecinos de un barrio de Santo Domingo con su olla de espaguetis y par de teletas para Boca Chica.
Hasta vamos bien, sorpresas ha habido, pero faltan más, por supuesto, porque Cristo será todo lo que usted quiera pero cumple con su palabra, y por eso les va a poner a pescar miles de peces y va a celebrar con ellos y con Clavius otra vez, pero ahora para zamparse los peces y mandar los sobrantes (recuerden que eran miles y miles) a los hambreados de Etiopía o de Siria.
¿Verdad que resulta diferente? O sea, que es lo mismo, pero no es igual, o cómo lo quieran decir. La hubiera preferido de Woody Allen porque, para marcar diferencia, el pequeño genio, al final, en un certero guiño, hubiera sacado al Cristo de la pantalla y lo hubiera puesto a conversar con nosotros, los espectadores, y así no tendríamos necesidad de seguir esperando su regreso 2000 años más.