CINE
En primer plano
El filme de Thomas McCarthy se centra en la investigación realizada por The Boston Globe de casos de pederastia cometidos en el seno de la Arquidiócesis de Boston.
Reveladora, en efecto, aunque muchos ya por estos lados, tan alejados de la mano de “Dios”, nos habíamos enterado porque, incluso, por propia experiencia ya que en la muy extensa lista que aparece al finalizar la película, salimos como víctimas de los depredadores entre varias docenas de naciones donde los “santos” de “dejad que los niños vengan a mí” han incursionado.
Pero, a pesar de ello, saludamos este filme, “Spotlight”, porque de todos modos es un nuevo grito de alarma sobre una situación que lleva siglos y que, como es natural, no tiene visos de finalizar.
Tom McCarthy es un estupendo realizador. Su obra se inicia con pausado ritmo, y los primeros atisbos de ese infierno para muchos aparecen casi por pura casualidad. Atisbos, leves señales que inducen al nuevo mandamás del Boston Globe a reunirse con su equipo de investigación, denominado precisamente “spotlight”, para solicitar a ese equipo de cuatro avezados periodistas, unos más veteranos que otros, a iniciar una investigación sobre eso que, de entrada, puede parecer una pequeñez.
Eso es entrando el presente siglo y, a medida que Robby, Mike, Sacha y Ben comienzan a indagar, se percatan de que lo que están enfrentando es un enorme poder que lo abarca todo, desde los tribunales hasta la policía, pasando, como es natural, por la misma gente normal y corriente.
Pero, además, jamás pensó el equipo de Marty Baron que iban a tener que viajar por todas partes, que iban a tener que remontar en los pasados años y, sobre todo, que, lo que empezó como un desliz de un sacerdote corriente y moliente se iba a ir multiplicando hasta alcanzar cifras que, como muestra el final ya mencionado, abarca prácticamente toda la superficie de la Tierra.
Fluidez Pero no se trata solamente de la denuncia. Lo que es impresionante en “Spotlight” es la fluidez con que va discurriendo la historia, la intensidad dramática que se va incrementando muy a pesar de que este no es un relato de tiros y muertos, de persecuciones y violencia. Si existe la violencia, sentimos la intensa violencia del poder que se cierne sobre todos, ese cerco invisible de permisibilidad porque, claro, se trata nada más y nada menos que de la Iglesia Católica, no de un grupito cualquiera, y esa presión no mana única y exclusivamente de instancias superiores sino de tus propios familiares, amigos, vecinos.
Pero, precisamente, la fuerza que emana de la construcción de este filme es la que nos permite sentir casi en carne propia lo que estamos viendo, ayudada, por supuesto, por actuaciones formidables tanto de Mark Ruffalo como de Michael Keaton, Rachel McAdams, Liev Schreiber, Stanley Tucci y todos los demás.
Esta es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas de este año. No dejen de verla.