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“Truman” Sencilla, hermosa, muy bien lograda

Actor. El inigualable Ricardo Darín, en el poster de “Truman”.

Actor. El inigualable Ricardo Darín, en el poster de “Truman”.

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Y ahí está la diferencia: con esas pocas palabras del subtítulo para “Truman” queda resumido todo lo que sentimos cuando vimos este filme durante el Festival de Fine Arts hace unos pocos meses.

Por supuesto, sabemos que, al insistir en que preferimos 100 veces una película como esta a una “cosa” monumental como la anterior, nos van a llover las descalificaciones. Pero, qué se le va a hacer, si así es como venimos pensando desde hace tanto y tantos años.

Porque “Truman” no es un show rutilante para lucir efectos especiales y repletar la sala y sus inmediaciones con el estruendo de la música sinfónica y los tableteos de las maravillosas armas del futuro imposible, sino una historia que, como muchas antes (porque no hay nada nuevo bajo el Sol), nos habla del ser humano y sus sentimientos, de la amistad, incluso del cariño de un hombre maduro por su perro de años, ese Truman tan bien interpretado como todos los personajes.

Truman nos habla de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que vivimos y al vivir ese día a día nos alegra, nos conmueve, nos llena de dolor, nos ofrece punzadas de odio y de desprecio por lo que vemos, por lo que llegamos a conocer de nuestros propios semejantes, porque somos receptivos a todo lo que nos sucede, a todo lo que nos rodea y condiciona, a lo que vemos en la casa, en la calle, en el diario, en la TV y ahora en las múltiples pantallas que nos viven acosando.

Porque somos humanos, porque somos falibles, porque nos hieren muchas de los detalles que nos rodean pero no podemos esquivarlos.

Y en Truman encontrarán algo de todo eso reflejado en dos formidables intérpretes: el inigualable Ricardo Darín, y el estupendo Javier Cámara.

Dos amigos, dos amigos y una ex esposa y un hijo.

Y un perro: Truman.

Y una excelente película.

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