Estreno
“Dólares de arena”
Sí, haciendo cine en serio, porque se hace indudable que Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán no han querido, nunca han deseado hacer espectáculo, llamar la atención con caras bonitas o curvas irresistibles, sino crear tomando la vida real como base para sus historias. Por ejemplo, con lo que costó hacer “Interestelar” (165 millones de dólares), de tenerlos en fondo para trabajar (nunca han tenido ni una centésima parte de tal suma), ellos podrían trabajar a sus anchas y hacer una docena de obras cinematográficas con verdadero sentido de lo que es el Arte cinematográfico en su relación con el Ser Humano. Algo que en “Dólares de arena” lo demuestran de manera contundente. La muy madura mujer europea que interpreta (magistralmente) Geraldine Chaplin, es todo un caso, pero no una excepción. Ella escapa de su ambiente natural porque no le permite ciertas digresiones en lo que a conducta se refiere. Huye de su soledad existencial y se aferra desesperadamente a una chica campesina dominicana que, a pesar de su corta edad, ya está embarazada y si se une a la otra, que podría ser su abuela, es por pura necesidad. Usted, como espectador, puede atisbar con atención y encontrar en ella ciertos sentimientos de apego a su compañera ocasional. Pero, para la joven, la idea de vivir cómodamente, incluso en Europa como vislumbra en un futuro inmediato, no es una necesidad vital. En cambio, para la señora adinerada pero solitaria, la compañía de la joven es su tabla de salvación porque sin ella su angustia, la angustia de una soledad que no ofrece posibilidades de ser remedada es honda y desesperante. Ella sabe que si se marcha sola, sola quedará porque su soledad no se remedia con amigos o familiares; necesita quedarse en esta tierra hermosa donde puede vivir plácida y tranquila, pero si es acompañada porque esa traviesa chica que, aunque sabe que la usa para tener dinero y comodidades, le brinda lo más parecido al amor que puede tener. Pero no puede quedarse con ella, no puede irse sin ella, por ende su vida es un pozo de sombras sin posibilidades de luz. Excelentes interpretaciones de la Chaplin y de la jovencita Yanet Mojica, podemos recomendar este filme por sincero y hermoso, pero además porque es un reflejo fiel de vida interior, de angustia y dolor; muy bueno además en su edición y su fotografía, estupendo el uso de la música que surge de la vida misma del pequeño poblado donde transcurre la acción, escogidas con acierto algunas de las bachatas por su significativa letra, este film es, para nosotros, un perfecto representante de lo que debe ser nuestro cine, cine de autor, cine a conciencia.