VIDA EN LA WEB
El papel de un buen padre
Tenía 14 años y mi padre me llevó a un renombrado instituto de inglés para inscribirme. Todo iba muy bien hasta que nos enteramos de que tendríamos que hacer una larga fila para que yo tomara la prueba de admisión; había mucha gente muy distinta a mí, no conocía a nadie y me sentí intimidada. Mi papá no podía esperarme toda la tarde y todavía faltaba un buen rato, por eso me dijo que iría resolviendo asuntos de trabajo y que me pasaría a buscar tan pronto como terminara; era tan grande el miedo que sentía que me negué a quedarme sola, lo único que yo deseaba era salir corriendo. El trató de convencerme advirtiéndome que no volveríamos, que iba a ser mi única oportunidad para inscribirme en aquel lugar y argumentos similares, pero estaba rotundamente negada, no estaba dispuesta a quedarme sin él. Ya tenía la puerta del carro abierta para montarme cuando me dijo: “Yo pensé que tú dabas para más”. Entonces eso sí me detuvo. Fue allí y aquel día cuando nació mi valor, mi perseverancia y el compromiso de ser más en la vida. El corazón se me quería salir de los nervios, pero saqué coraje de no sé donde y le dije: “Vete, que me quedo”, y así fue. Hoy día sé que si tengo que salir corriendo de alguna situación, él no me va a juzgar, pero evito a toda costa huir porque sé que él espera más de mí. Él tiene fe en mí y el tiempo me ha demostrado que tenía y sigue teniendo toda la razón... Yo doy para más, por eso mis triunfos nunca han sido una sorpresa para él, pero si no me lo hubiera dicho, si él no creyera tanto en mí, yo no fuera ni la mitad de lo soy hoy. Aunque ya pasó el Día de los Padres, lo felicito a él y a todos los padres buenos.