MÚSICA
"Nos buscamos juntos"
MICHEL CAMILO Y TOMATITO CELEBRAN LOS DIEZ AÑOS DE LA OBRA "SPAIN"
Logroño, España.- Escribe Luis Clemente en su imprescindible libro Filigranas, que “es posible que el primer roce (entre el jazz y el flamenco) se produjera en los años 50, cuando Lionel Hampton grabó Jazz flamenco, con castañuelas”. Aquello fue apenas un experimento del guitarrista Carlos Montoya, que vivía en Nueva York con esa diosa legendaria que era Carmen Amaya, pero dejó una semilla infinita: algún blues por bulerías, Rain on the roof por tanguillos y el contrabajo en la taranta con la guitarra por swing. Después llegó Chick Corea que se enamoró de Paco de Lucía y grabó “My Spanish Heart” y hace diez años sucedió un hecho mágico que fue celebrado el viernes en Logroño: los dos lustros de “Spain”, el fulgurante encuentro entre una guitarra flamenca y un piano Steinway. “Aquello fue algo mágico, casi impensable, porque en un principio íbamos cada uno por nuestro lado, tres piezas por separado, pero luego, casi sin darnos cuenta empezaron a surgir cosas, historias, ritmos, melodías y poco a poco empezamos a otear nuevos horizontes”, relataba José Fernández Torres, ‘Tomatito’, en el museo Wurth, con la complicidad de Michel Camilo, un pianista dominicano que suena con el alma de Bill Evans, Ahmad Jamal o Keith Jarret, pero con la pasión desbordada que emana de sus raíces hispanas y con el clasicismo de su formación sinfónica. Flamenco y jazz, dos galimatías que se unen de cuando en vez y que propician un encuentro en el que más que músicas, “nos fundimos los músicos”, tal y como relataba Michel Camilo en una epopeya dialéctica para enmarcar dos conceptos -ritmo y compás- tan cercanos y separados que se entreveran en su música porque fluyen de la insondable alma de los creadores. No hubo manera de entender la diferencia, “hay que sentirla” y para ello nada mejor que disfrutar esta noche de aquel memorable encuentro. ‘Tomatito’, que debutó con sólo diez años como guitarrista de atrás en la peña ‘El Taranto’, de Almería, reconocía, sí, que el origen de ambas músicas procede del sentir del pueblo, pero cada una ha evolucionado por su cuenta y tienen arquitecturas “diferentes, ritmos, escalas que rara vez se reconocen”. Por eso, para Camilo, lo importante “es lo que se siente, lo que trasciende, lo que supera la técnica, lo que queda después”.