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La otra cara del voleibol dominicano

Gilberto SorianoFuente Externa

En toda sociedad organizada, cada peso que se invierte del erario debe tener un indicador económico que refleje el retorno de esa inversión en el orden social; pero, como en República Dominicana no tenemos una visión ni un plan estratégico con el deporte, desconocemos cuales son los efectos colaterales al practicarse fuera del sistema educativo.

Hoy vamos a analizar el voleibol dominicano, que a simple vista es un modelo de éxito; sin embargo, carece de una base de sustentación, porque el alto rendimiento para que sea beneficioso para un país, debe ser el resultado de unas políticas públicas de masificación a través de la escuela, ya que de lo contrario se convierte en una perturbación social.

Para muchos conocedores del deporte, hay poco que agregar al voleibol femenino dominicano, no hay dudas de que ha sido una selección exitosa. Además, ha colocado el nombre de la República Dominicana en el orden internacional.

Memorable

Fui testigo de excepción, como parte de la delegación de los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, donde derrotamos a Cuba, campeón olímpico y mundial, que ha sido el logro más importante alcanzado por esta selección.

Cuando hablamos del voleibol, no nos referimos única y exclusivamente al equipo femenino, sino el deporte en su conjunto y su implicación como una disciplina que, tiene la capacidad de aglutinar un sinnúmero de niños para garantizar los derechos a la recreación, igualdad, equidad, desarrollo de su libre personalidad, a la salud y la vida.

En nuestro país se ha radicado la cultura de que el alto rendimiento representa el deporte nacional, y esto es una gran distorsión, por esta razón hoy tenemos éxito en el proyecto de las Reinas del Caribe, pero el voleibol ha desaparecido de la geografía nacional, y su práctica en los recintos educativos es inexistente.

A diferencia de lo que mucho de nosotros creemos, la historia del voleibol dominicano se viene construyendo desde hace mucho tiempo. Nuestra selección femenina obtuvo oro en los Juegos Centroamericanos celebrados en Barranquilla en el año 1946, y repitió esta hazaña en Kingston, Jamaica en el año 1962, lo que refleja el fenotipo y el talento de los dominicanos para la práctica deportiva.

Por consiguiente, la verdad histórica es que el actual proyecto femenino del voleibol ha descansado sobre el talento de la mujer dominicana. Solo que, en esta ocasión a diferencia del pasado, ha sido la ausencia de la práctica de esta disciplina en toda la geografía nacional, ocasionando la falta de accesibilidad de nuestros niños.

Esta realidad viola los derechos, niega los espacios de participación y produce una gran discriminación en el territorio nacional. Al mismo tiempo, impacta negativamente a cada una de estas mujeres que, con gran esmero e ilusión, sueñan con ser parte de este seleccionado, sin ningún tipo de garantías educativas, tanto para el presente como para el porvenir. También, de otras implicaciones en el orden biológico y psicológico, de lo que significa para una mujer dedicarse a ser atleta de alta competición.

Por tal razón, la Constitución dominicana establece que el deporte es políticas públicas de educación y salud desde los recintos educativos, la Estrategia Nacional de Desarrollo Ley 1-12, dice que el deporte debe estar en todo el territorio nacional a través de la escuela, y la Ley General de Deportes 356-05, en su Artículo 1 ordena que el deporte está orientado esencialmente en la formación de nuestros niños, en lo físico, moral, e intelectual, a fin de contribuir al bienestar social de nuestro país.

Todas nuestras leyes establecen de manera clara el propósito fundamental del deporte para el Estado a pesar de que la forma de cómo funciona, es al revés. Así lo confirma el actual ministro de Deportes Francisco Camacho.

Finalmente, en conversaciones con diferentes técnicos del voleibol, hemos llegado a la conclusión de que lo que le hace falta a las Reinas del Caribe para alcanzar un lugar en el podio de unos Juegos Olímpicos, es que este proyecto tenga como base el sistema educativo. Por lo tanto, debe estar fundamentado sobre un plan metodológico y pedagógico, que solo la escuela lo puede dar.