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Carlos Alcaraz, el niño prodigio que aprende a pasos agigantados

Carlos Alcaraz sostiene el trofeo de ganador tras vencer a Novak Djokovic en la final individual masculino de Wimbledon el 16 de julio de 2023

Carlos Alcaraz sostiene el trofeo de ganador tras vencer a Novak Djokovic en la final individual masculino de Wimbledon el 16 de julio de 2023 Adrian DENNIS / AFPAdrian Dennis/AFP

Después de su victoria en Queens, Carlos Alcaraz estimaba que le hacía falta "más experiencia sobre hierba".

Tres semanas después, este genio precoz ha conquistado Wimbledon, su segundo título del Grand Slam, sobre una superficie que hasta ahora creía no dominar.

El tenista español de 20 años logra coronarse en el All England Club menos de un año después de ganar en Nueva York el Abierto de Estados Unidos, tras lo cual se convirtió en el número 1 más joven de la historia.

Alcaraz no sabe ir despacio y su carrera fulgurante es una prueba de ello.

Su eclosión en el circuito ha sido espectacular y desde el principio se le ha considerado el heredero natural de Rafa Nadal, en el ocaso de su carrera y apartado temporalmente de las pistas por una lesión, en los corazones de los hinchas españoles.

En mayo, Carlos Alcaraz jugó su primer Roland Garros como número uno mundial, mientras Rafa Nadal, el rey de la arcilla parisina, veía el torneo por televisión.

El joven murciano cayó en semifinales ante Djokovic, al que ahora superó en la final de Londres.

La etiqueta del "próximo Nadal" es algo a lo que está acostumbrado.

"Eso lleva ya años en las redes sociales, pero intento que eso no me distraiga: pienso en mí, en mis progresos. Soy de Murcia, él de Mallorca. Él es zurdo, yo no. Cuando era pequeño, yo no era para nada un guerrero, era bajito y para nada potente", recordó en junio de 2022 en declaraciones al diario italiano Corriere della Sera.

SUPERSÓNICO

Fue a los cuatro años de edad cuando 'Carlitos' comenzó a golpear sus primeras bolas, en las pistas o él solo contra la pared del club de tenis dirigido por su padre en El Palmar, cerca de Murcia, donde sigue viviendo junto a sus padres y sus tres hermanos.

"A los 5 o 6 años, Carlos tenía ya cualidades naturales, una muy buena coordinación y, sobre todo, la capacidad de aprender muy rápido. Podía copiar lo que veía en la pista. En ese momento decidimos desarrollar su potencial", contó su padre a Trans World Sport.

En Wimbledon, Carlos Alcaraz ha sido el campeón pese a que era apenas el cuarto torneo ATP sobre césped que disputaba en toda su vida. "No pensaba que mi juego y mis desplazamientos se iban a adaptar tan rápido" al cambio de superficie, había celebrado tras el título premonitorio logrado en Queen's.

En 2022, Alcaraz ya había hecho historia al convertirse en el número 1 más joven de la historia con exactamente 19 años, 4 meses y 6 días, un día después de levantar el trofeo del US Open.

El destino había querido que esa hazaña llegara 19 años después de que su entrenador, Juan Carlos Ferrero, se convirtiera en el número 1 también en el Abierto de Estados Unidos, tras derrotar en semifinales a Andre Agassi y antes de perder luego ante Andy Roddick. Tres meses antes, Ferrero había ganado Roland Garros y su futuro protegido acababa de nacer.

La cercanía geográfica les hizo coincidir años después. Ferrero tomó como pupilo a Alcaraz cuando éste tenía 15 años, en su academia de Villena (Alicante), a una hora de la casa del joven murciano. "Eso cambió mi vida. Evolucioné, me hice más fuerte en la pista", asegura la nueva estrella española.

DIVERTIRSE EN LA PISTA

Si bien para ganar el Abierto de Estados Unidos disputó varios partidos-maratón, en Wimbledon perdió apenas dos sets para llegar a la final soñada contra Novak Djokovic.

Ante el serbio, Alcaraz se impuso por 1-6, 7-6 (8/6), 6-1, 3-6 y 6-4 en cuatro horas y 42 minutos para sumar su sexto título de 2023 y el más importante de ellos, superando el Masters 1000 de Madrid, donde se proclamó ganador por segundo año consecutivo.

Más allá de su talento en la pista, Alcaraz destaca por su buen carácter y su casi eterna sonrisa. Transmite lo mucho que disfruta con lo que hace.

"Cuando era más joven era una persona completamente diferente. Seguro que no me divertía tanto como me divierto ahora. Estaba siempre enfadado, tirando la raqueta, quejándome mucho", contó. "Ha aprendido a calmarme, a controlar mis emociones. Y a amar jugar al tenis, a divertirme mucho en la pista", asegura.

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