dos grandes amores
El doctor Puello Herrera cerró su ciclo con el deporte, pero sigue con el de medicina
Su vocación de servicio le mantiene salvando vidas, principalmente de personas de bajos recursos, en el Centro Cardio-Neuro-Oftalmológico y Trasplante (CECANOT), compromiso al que no renunciará.
El doctor José Joaquín Puello Herrera terminó un largo ciclo con el deporte, uno de los dos grandes amores que la vida le tenía reservado fuera de la familia.
Con la medicina, su relación permanece “Como el primer día” más de 60 años después.
En el campo de la medicina, José Joaquín, de 83 años de edad, se siente pleno con los servicios que sigue prestando en el Hospital Mocoso Puello, sobre todo desde 2008, cuando fue fundado el Centro Cardio-Neuro-Oftalmológico y Trasplante (CECANOT).
Graduado magna cum laude como Doctor en Medicina en 1963 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, comenzó el año siguiente un ciclo de especializaciones en las acreditadas universidades de Oxford y Gales, en Inglaterra, así como en la Vermont, Estados Unidos, de las cuales recibió tentadoras ofertas de trabajo.
No obstante, prefirió regresar al país para beneficiar a los suyos con el caudal de conocimientos alcanzados como neurólogo en los hospitales Luís E. Aybar, Robert Reíd Cabral, E. Lithgow Ceara y en las Clínicas Rodríguez Santos, Yunén, Policlínico Naco, Gómez Patiño, Alcántara y González y Abreu.
Ámbito deportivo
El montaje de los Juegos Panamericanos “Santo Domingo 2003”, el parto más difícil que encaró el doctor Puello Herrera en su dilatada carrera deportiva, fue también el que mayor satisfacción le produjo.
A pesar del aluvión de críticas que le generaron tanto la determinada cruzada que libró para conseguir la sede del evento continental, así como todo el proceso del Gobierno en la construcción y remozamiento de las obras por el alto costo que conllevaría, no vacila en señalarlo como su principal logro.
“Los Juego Panamericanos a nivel de competencia”, aclaró el ex presidente del Comité Olímpico Dominicano (1982-2003) al comparecer junto a su hermano Juan Francisco Puello Herrera en el programa dominical “La Semana Deportiva”, que se difunde de once de la mañana a una de tarde por CDN-Deportes.
“El otro logro es la organización del Comité Olímpico Dominicano”, resaltó el doctor Puello Herrera, cuyo liderazgo y prestigio profesional le allanaron el camino para ocupar importantes cargos como presidente de la Comisión Médica de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA, 1988-2000), de la Comisión Médica de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO, 1986-2003) y de la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe ODECABE, 1996-2000), para solo citar tres casos de amplia hoja de servicios.
Aunque a los ojos de muchos, mereció ser también miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), dijo que los titulares del más alto organismo olímpico suelen tener solicitudes de importantes personalidades a nivel mundial.
En tal sentido, el eminente neurocirujano puso como ejemplo que el príncipe Alberto, de Mónaco, es miembro COI desde 1985, mientras que La princesa, de Inglaterra, Ana fue elegida en 1988.
“Eso viene cuando un presidente del COI decide nombrar a alguien, como el caso de Luisín (Mejía), que fue muy bien nombrado porque Luisín ha hecho verdadera carrera en el deporte olímpico”, declaró sobre la persona que le sucedió en la dirección del COD.
A la hora de pasar balance, si alguna deuda siente que deja es que durante su extenso período de 22 años en el COD, la República Dominicana solo alcanzó una presea olímpica, conquistada en 1983 por el pugilista romanense Pedro Julio Nolasco en los Juegos de Moscú.
De temperamento apacible, heredado su padre Luis Altagracia Puello (Don Teto), agradece la buena formación hogareña que tuvo de éste y de su madre Sara Herrera.
“Don Teto”, cuyo nombre lleva el Complejo Deportivo de San Juan de la Maguana, de donde son oriundos los Puello Herrera, fue un notable jurista, mientras que doña Sara fue profesora tanto en esa provincia como en la Capital.
Destacó que tanto él, como Juan Francisco y su hermana María Elisa, crecieron en un hogar cristiano, donde más que profesar el mensaje de Dios us progenitores lo practicaban.