¿deporte o espectáculo?
La prioridad del estadio olímpico Félix Sánchez
El estadio olímpico Félix Sánchez es, sin duda, uno de los pilares más importantes del deporte dominicano. Es el estadio de fútbol más moderno de todo el caribe y único con tecnología de césped híbrido, compitiendo con los de Centroamérica. Su reciente remodelación para albergar el Mundial femenino Sub-17 de la FIFA no solo marcó un hito en esta infraestructura deportiva, sino que también representó un esfuerzo significativo para elevar el nivel del fútbol en el país. Sin embargo, tras esta histórica inversión, preocupa profundamente el anuncio de que el campo de fútbol albergara próximamente a cinco eventos masivos, entre ellos tres presentaciones de del grupo Aventura (3 días consecutivos), un concierto de Ana Gabriel y posiblemente la Batalla de la Fe.
Si bien reconocemos la importancia cultural y económica de este tipo de espectáculos, no podemos ignorar los precedentes que nos recuerdan el impacto negativo de estos eventos en instalaciones deportivas. Basta con recordar las condiciones en las que ha quedado el terreno de juego y sus graderías tras diversos eventos, destacando entre todos el famoso Monster Truck, donde vehículos gigantescos causaron un daño catastrófico al césped. Aunque el organizador contaba con un seguro para cubrir las reparaciones, estas nunca lograron devolver el campo a las condiciones originales, y el fútbol estuvo paralizado por meses obligando a qué los equipos se cambiaran de sede para cumplir con sus compromisos. Este episodio es un claro ejemplo de las consecuencias a largo plazo de utilizar un espacio deportivo para fines ajenos a su propósito principal.
El uso recurrente de estadios para espectáculos genera un conflicto evidente: ¿qué debe priorizarse, los ingresos económicos inmediatos o el desarrollo deportivo sostenible que impacta directamente el futuro de una nación? Si la República Dominicana aspira a consolidarse como un referente deportivo en la región, es imperativo que el Estadio Olímpico Félix Sánchez se preserve como un espacio dedicado principalmente al deporte. Esto no implica excluir por completo los espectáculos, pero sí establecer una gestión equilibrada que priorice el mantenimiento y el uso adecuado de las instalaciones.
En países como España y Alemania, los estadios multifuncionales cuentan con tecnologías avanzadas para proteger el césped y políticas de uso que limitan la frecuencia de eventos no deportivos. Este tipo de planificación podría servirnos de ejemplo para garantizar que la inversión realizada por la FIFA y el gobierno nacional no se desperdicie y que el estadio pueda continuar siendo una sede deportiva de alto nivel.
La pregunta que debemos hacernos como nación es: ¿qué queremos construir? ¿Deseamos ser recordados como un país que aprovechó sus instalaciones deportivas para fomentar el talento y la competencia internacional? ¿O como uno que, por intereses económicos inmediatos, sacrificó su potencial deportivo?
El futuro del deporte en la República Dominicana depende de las decisiones que tomemos hoy. Es urgente un diálogo entre las autoridades deportivas, culturales y empresariales para encontrar un equilibrio que permita la sostenibilidad de nuestras infraestructuras.
El Estadio Olímpico Félix Sánchez merece algo más que ser un escenario pasajero para espectáculos. Merece ser el epicentro de nuestra ambición deportiva, un símbolo de orgullo y desarrollo para las futuras generaciones. No repitamos los errores del pasado: que el deporte sea la verdadera estrella en este espacio que tanto esfuerzo nos ha costado.