PRESENCIA DOMINICANA
Aberración
La decisión de MLB de fusionar los resultados estadísticos de las desaparecidas ligas negras con los de las ligas mayores, puede ser definida como una aberración. Esos circuitos no tenían el nivel de las grandes ligas, ni en organización ni en calidad de juego. Sin restarle méritos a los jugadores que en ellas participaron, ni apoyo a la razón que lo originó, la decisión crea una evidente distorsión histórica.
Aquellos circuitos se caracterizaron por la falta de organización y debilidad institucional, fruto de las limitaciones económicas que tenían. Su impotencia era tal, que en 1937 el béisbol dominicano los afectó directamente. El fanatismo que caracterizaba a los dirigentes dominicanos de la época los llevó a ofrecer contratos fabulosos a los más capacitados jugadores afroamericanos que participaban en esas ligas, en acto de franca piratería. Súper estrellas de entonces abandonaron sus equipos aceptando la tentadora oferta, impactando negativamente a esos circuitos periféricos de las grandes ligas.
La esclavitud es una perversidad, pero la historia debe analizarse en torno al contexto y la época en la que los hechos ocurren. Los negros que se usaron como mano de obra esclava en los Estados Unidos del siglo XIX eran suministrados a los mercaderes de esa infamia, por otros negros africanos que los vendían como botín de guerra. No era asunto de etnia, era de cultura.
En un momento en que la sociedad norteamericana pasa por una etapa de desagravio a las víctimas de esa ignominia, es notorio el uso de esa herramienta para que el mentor de la resolución asuma un papel de reivindicador. Es difícil que le señalen el dislate, provocaría un feroz ataque de los grupos que llevan la voz cantante del movimiento y la mínima acusación que le harían sería la de racista.
La epopeya que protagonizaron Jackie Robinson y Branch Rickey fue inmaculada, la más trascendente de la historia de la actividad, al extremo, que el único blanco exaltado al Salón de la Fama del béisbol negro es Rickey.
Se nota que alguien está construyendo una base política para su futuro, sin tomar en cuenta el daño causado a la tradición que sostiene la centenaria institución que es el béisbol en Norteamérica.