tribuna

¿Encrucijada? Ohtani o Rose

Juan Francisco Puello Herrera

Juan Francisco Puello HerreraFuente Externa

En todo lo que comentaremos a partir de ahora hay una mezcla un tanto de extravagancia, ya que coexisten o armonizan con el derecho, el deporte, el juego y hasta el demonio.

Con el derecho, porque este se ejerce bien y plenamente, cuando se actúa por deber, cumpliendo perfectamente en cada caso cuando se une el “mayor provecho propio con el menor daño de los otros, o el mayor bien de los demás con menor perjuicio propio”. Con el deporte, porque en él se “delegan en el cuerpo algunas de las virtudes más fuertes del espíritu: la energía, la audacia, la paciencia, la honestidad y el fair play”. Con el juego, porque es “hijo de la avaricia, pero también padre del despilfarro”. Finalmente, con el demonio, que tiene sumo cuidado de sus “seguidores y es más demoniaco cuanto más respetable”.

En esto entra también la desconfianza, si consideramos muchas veces a toda sospecha maliciosa como señal perjudicial contra quienes la patrocinan, mas que contra son objeto de ella.

¿A qué todo esto? Guarda relación, por una parte, con Pete Rose una superestrella del béisbol con 24 años de servicio en Major League Baseball (MLB) con un récord impresionante de 4, 256 hits en 15,890 apariciones, siendo expulsado de por vida del béisbol (MLB) acusado de su vinculación con las apuestas ilegales, y apostar en partidos de la Liga cuando estaba activo en ella. Del que se dice, que apostó en 52 juegos de los Cincinnati Reds en 1987, a un mínimo de 10 mil dólares por cada partido, usualmente a través de intermediarios para realizarlo.

Por otra parte, Shohei Ohtani con una estadística impresionante en la MLB, pero con un largo camino por recorrer, ahora envuelto “indirectamente” en las apuestas, que se atribuye a su ex intérprete Ippei Mizuhara, apuestas, que están prohibidas por parte de los jugadores, ya que van en contra del espíritu deportivo que debe tener cualquier Liga deportiva.

Ambos, Rose y Otahi son iconos del béisbol, el primero con una carrera en el béisbol que es difícil emular; el segundo, con una carrera en ese deporte por construir, pero con el viento a su favor debido al impacto publicitario y las expectativas que se genera en torno a su figura y personalidad. Sin embargo, existe una simbiosis, que produce una de las principales enfermedades del ser humano, la “inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber”.

En el caso de su ex intérprete Ippei Mizuhara, era toda una máquina de apuestas, se publicó que habría transferido más de $16 millones de dólares de la cuenta del pelotero a una casa de apuestas deportivas ilegal, cuya cifra podría ascender hasta los 40 millones de dólares, presumiendo que habría realizado no menos de 19.000 apuestas, cuyos desafíos iban desde los 10 dólares la más pequeña hasta los 160.000 billetes americanos la más grande. En realidad, un récord imposible de emular, quizás más difícil que el de Pete Rose en sus 24 años en el béisbol mayor.

Queda entonces la justicia, que, en el sentido Pascaliano aplicado a esta, es preciso, pues, “unir la justicia y la fuerza, y para ello hacer que lo que es justo sea fuerte o lo que es fuerte sea justo”.

Existe una premisa, que bien puede aplicarse a lo antes dicho, “por regla general siempre que se descubre algo, lo primero que se ve es que ha podido descubrirse antes”. De esto pueden nacer varias actitudes, la contradicción fruto de la aflicción, el desengaño por lo que se ha podido hacer y no se hizo, y el espíritu conformista que acompaña la consolación por debilidad de aquellos males que pudieron ser evitados.

Digamos que el tiempo es nuestro “mejor amigo, y el que mejor que nadie enseña la sabiduría del silencio, algo que parece haber entendido Pete Rose a fuerza de los golpes recibidos, y que hoy lo ha roto al declarar con una ironía que hace trepitar: “en los años 70 y 80 me hubiera gustado tener un intérprete, ya que sin duda estaría libre de problemas”.