A sus casi 84 años le llegó a Ricardo Carty un homenaje que debe haberle generado gran emoción. Fue exaltado al Salón de la Fama de los Bravos hoy de Atlanta, una franquicia que nació con la Liga Nacional en 1876.
El homenaje es más que merecido, su paso por la organización fue relativamente breve pero impactante. Debutó con ellos al final de 1963, llegando con sólidas credenciales: una línea ofensiva insuperable; .320/.414/.557 de AVE/OBP/SLUG en tres campañas de liga menor. En 1964 consiguió ser incluido en el roster inaugural, tenía 24 años y esta fue una decisión correcta, finalizó en segundo lugar en las votaciones para el premio de Novato del Año, superado por Richie Allen aun cuando el dominicano tuvo mejor OPS y mejor promedio de bateo; .942 por .939 y .330 por .318.
Participó en seis campañas más con los Bravos, incluyendo las últimas cinco en Atlanta, ciudad a la que se mudaron en 1966 desde Milwaukee. Todavía perdiendo dos temporadas, la de 1968 afectado de tuberculosis y la de 1971 por la fractura de una pierna, acumuló suficientes oportunidades para que su promedio de bateo de .317 con ellos sea el sexto de su historia, el OBP de .388 ocupe esa misma posición y el OPS de .884 la décima.
En 1970 alcanzó la corona de bateo de la Liga Nacional con porcentaje de .366, que ha sido este el más alto para un bateador de los Bravos en la etapa post rotura de la barrera racial y solo superado, a partir de 1901, por los .387 que logró Roger Hornsby en 1928.
Ricardo Carty fue el mejor bateador dominicano de su época. Le tocó jugar en liga mayor entre 1964 a 1979, etapa reconocida como la más favorable al pitcheo desde el período da la Bola Muerta (1848-1920), alcanzando en ese lapso una contribución ofensiva 32% por encima de la media, la séptima mejor para un dominicano en la historia y arriba de la de Felipe Alou que fue el segundo de esa fase con un 13%. Se le puede definir como un bateador completo: paciente, poderoso y difícil para permitir un tercer strike.