triple team
Un S.O.S. por el Juego de Estrellas
Varios récords ofensivos fueron establecidos en el Juego de Estrellas de la NBA del pasado domingo.
Más puntos y tiros de tres por un equipo y por los dos equipos de manera combinada.
Pero el número que más llama la atención es el 3.
Fue el total de faltas personales ENTRE AMBOS COMBINADOS. Es la mitad de las seis que tuvo Hakeem Olajuwon en la versión del 1987 que se fue a dos tiempos extra.
Definitivamente que lo que menos se juega en ese partido es al baloncesto. Es un show, una exhibición de lances de tres -mientras más lejos mejor-, saltos y donqueos y pases por la espalda.
Es como si fuera una película porno adaptada al juego de baloncesto.
Y por más que se diga que es un espectáculo, que es lo que le gusta al público, que los ratings y las redes sociales solo hablan del partido. ESO NO ES BALONCESTO.
No quiero saber que habrán pensado jugadores de la talla de Oscar Robertson, Reggie Miller y Larry Bird, presentes en la duela por la sede de turno en Indianapolis. Lo que vieron fue la antítesis total de su forma de juego ultramegacompetitiva.
Uno que no puede estar contento tampoco, donde quiera que esté, es el siempre competitivo Kobe Bryant, cuyo nombre lleva el trofeo de MVP del partido.
Ahora la pregunta es qué hacer para que los jugadores se animen a “jugar baloncesto” en el desafío.
Premios de dinero o donaciones a la caridad no han dado resultado.
Tal vez lo que más le llamaría la atención es que se obtenga algún tipo de ventaja competitiva en la lucha por el campeonato: ventaja de la casa en el primero o los dos primeros partidos de la final, por ejemplo.
Así sí se verá a los LeBron, Curry o Giannis tratando de ganar el encuentro. De otra manera se repetirá el festival de puntos sin baloncesto que ha afectado al partido en los últimos años.
Otros formatos como el resto del mundo frente a Estados Unidos podrían funcionar, pero al final caerían en lo mismo si no se ofrece una ventaja competitiva para el ganador.